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28 E Ѣ€“ II: Las pensiones de jubilación (¿por qué les llamará así?)

Santiago Niño Becerra - Jueves, 27 de Enero

Seguro que de tanto darle vueltas el tema ya está más que mareado, pero bueno: estos años es uno de LOS temas. Resumamos una serie de puntos a destacar:ilustración

1 Ѣ€” En términos políticos ya ha desaparecido la causa que justificaba la existencia de las pensiones: “el peligro rojo”: ya no hay nadie al Este del Elba diciendo lo maravilloso que es el marxismo leninismo ni ninguna división acorazada se halla agazapada en las estepas rusas amenazando las planicies europeas.

2 Ѣ€” Hoy, en términos económicos, no se da en Europa una miseria como la que se daba en la época en que Lloyd George estableció un germen de pensiones en The UK ni existe ya el nivel de pobreza mísera en la que estaba sumida la población USA durante la depresión (claro que si no se da y si no lo está es, en gran medida, debido a las pensiones, pero bueno).

3 Ѣ€” Cada vez es menos necesario el factor trabajo, cada vez van necesitarse menos trabajadores, luego, a tasas demográficas constantes (al menos de momento) el desempleo del factor trabajo va a crecer, mucho, mucho, y a ese creciente desempleo se añadirá un subempleo en aumento: personas precisadas para realizar tareas concretas y necesitas durante períodos específicos de tiempo.

4 Ѣ€” Una oferta de trabajo creciente: a las nuevas incorporaciones se añadirían los desempleados ya existentes, enfrentada a una demanda de trabajo decreciente da lugar a unos salarios medios con tendencia a la baja. Por arriba, en las cotas más altas de generación de valor y de exclusividad las remuneraciones crecerán, pero en las zonas intermedias y en las bajas, las remuneraciones descenderán.

5 Ѣ€” En la inmensa mayoría de los casos, los conceptos “Contrato Indefinido” y “Contrato a Tiempo Completo” perderán todo su significado. Las necesidades de factor trabajo serán parciales, puntuales, específicas, concretas, por lo que la idea de “Remuneración Periódica” de cuantías parecidas desaparecerá o quedará reducida a casos muy concretos. En consecuencia, la “cotización social” entendida como un porcentaje fijo sobre una cantidad constante a lo largo de una vida laboral, ¿sobre qué se aplicaría?.

6 Ѣ€” La idea de “Sociedad” existente en los años 1950 que fueron los momentos en los que se instituyó el Welfare State que propició el modelo de protección social que hemos conocido y en el que se integran las pensiones de jubilación que conocemos, o la de los finales 60, momento en el que las coberturas sociales alcanzaron la máxima expresión,es radicalmente distinta a la actual, mucho menos cohesionada, más disgregada, menos redistribuida, más expuesta a la intemperie de los cambios económicos y sociales. Las pensiones que aún tenemos fueron diseñadas entonces y su sostenibilidad construida según unos parámetros económicosociales que ya no se dan.

7 Ѣ€” En línea con lo inmediatamente anterior, la tasa de actividad, la de ocupación, la edad de incorporación de los jóvenes al mercado de trabajo, las posibilidades de alcanzar una prejubilación o una jubilación anticipada, suponen parámetros distorsionadores de una realidad en la que no estaban previstos.

8 Ѣ€” La esperanza de vida, lejos de continuar creciendo de forma indefinida (ya se están escribiendo textos que contemplan modelos sociales en sociedades con esperanzas de vida de 150 años) descenderá, y, pienso, lo hará rápidamente. La actual esperanza de vida se halla íntimamente vinculada con el modelo de protección social; cierto que los buenos hábitos alimenticios han ayudado, y mucho, a su alargamiento, pero el core de ese creciente número de años ha radicado en el creciente cuidado de la salud brindado por la sanidad pública complementado, quienes han querido,  por la privada (no es casualidad que USA no se halle a la cabeza de los países con una más elevada esperanza de vida, independientemente del tipo de alimentación de gran parte de su ciudadanía, o ... precisamente por eso: la ausencia de una auténtica sanidad pública impide la coordinación efectiva de políticas educativas en cuando a la alimentación). En definitiva, a medida que el modelo de protección social se vaya adelgazando y recortando las coberturas sanitarias públicas, la esperanza de vida, pienso, retrocederá, y no podrá ser compensada por la privada en un escenario de rentas decrecientes.

9 Ѣ€” Los complementos financieros privados a las pensiones (públicas) de jubilación -los “fondos de pensiones”-, entiendo que no van a ser una alternativa a las pensiones actuales, ni total ni parcialmente. Los fondos de pensiones los dotan quienes pueden, es decir quienes tienen renta para hacerlo (y más en España debido a la vertiente fiscal de tales instrumentos); a medida que el desempleo vaya creciendo y las rentas menguando, ¿cuántas personas podrán dotar un fondo de pensiones para complementar o sustituir a una pensión?. (Y ello dando por supuesto que el sistema financiero continúe con una funcionalidad semejante a la actual, cosa que, pienso no sucederá).

Bien. Pienso que es a partir de estas realidades de donde tiene que empezar a abordarse el futuro de las pensiones de jubilación. Léanlas otra vez. Las pensiones no han existido siempre: en términos históricos nacieron ayer. En consecuencia, si la “Sociedad”, la de hoy, la de mañana, no la de 1950 o la de 1968, desea que exista una estructura que provea a las personas de fondos para un momento de sus vidas en los que no pueda generar unos ingresos suficientes para su manutención según unas condiciones mínimas de existencia, debe planteárselo, entiendo, utilizando unos parámetros propios de la realidad económica y social de mañana, no de cuando fue instituido el sistema de pensiones de jubilación. No hacerlo, pienso, sería una especie de anacronismo.

Y esas cosas nunca salen bien.

(Por cierto, me comenta una amiga que se halla residiendo en Noruega que también allí va a comenzarse la reforma del sistema de pensiones de jubilación, ¡en Noruega!, a partir de aquí ...).

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.