El crash de 2010
Santiago Niño Becerra - Miercoles, 11 de EneroSíÑ‚Â, síÑ‚Â, han leíÑ‚Âdo bien; no se trata de un error: el crash del 2010. El catedrático de EconometríÑ‚Âa Lucinio González Sabaté de mi misma Facultad y el que esto firma, llevamos varios años estudiando la evolución del PIB del planeta desde 1950.
El resultado de nuestro estudio es demoledor: existe un 20% de probabilidades de que en el 2010 el crecimiento del PIB mundial sea negativo (el 20%, en este caso, es una exageración), lo que desencadenaríÑ‚Âa una crisis tremebunda. ¿Cómo de tremebunda?, pues la crisis seríÑ‚Âa de un nivel semejante a la Depresión de los Años Treinta iniciada con el crash de 1929. Y, cómo es eso?, se preguntarán Uds.
Que el PIB del planeta ha crecido en los últimos 55 años es obvio, no obstante, el análisis pormenorizado de la tendencia estadíÑ‚Âstica de las tasas de crecimiento habidas en el planeta en esos 55 años muestra una senda imparablemente decreciente, algo que es inapreciable si tan sólo se contemplan períÑ‚Âodos de tiempo breves. Pues bien, con una probabilidad del 20%, en el 2010 el PIB del planeta puede estar creciendo a tasas negativas, NEGATIVAS. Evidentemente, a partir de dicho año la probabilidad de que la crisis estalle, va aumentando.
Hasta aquíÑ‚Â, la interpretación de las cifras mostradas por la EconometríÑ‚Âa, sin embargo, ¿cuál seríÑ‚Âa el razonamiento económico de esas cifras?.
La esencia del sistema económico sobre la que se sustenta la economíÑ‚Âa mundial, y aunque parezca lo contrario, lleva sin cambios, prácticamente, desde 1950; cierto que el modelo económico vigente -el modo como el sistema se manifiesta (funciona en un períÑ‚Âodo en concreto)- ha variado, pero no lo ha hecho, en absoluto, la esencia.
Desde el final de la II Guerra Mundial, la generación de PIB se ha sustentado en el endeudamiento, tanto público, como privado; en la creencia de que las reservas de petróleo eran inagotables; en la consideración de que USA iba a absorber todo lo que el planeta produjese y no pudiese ser ?colocado' en otros lugares; y en la asunción de que el dólar USA era LA moneda.
Hoy sabemos que las reservas de petróleo son finitas, y mucho; pero el petróleo, además de para mover los vehíÑ‚Âculos que todos utilizamos y las mercancíÑ‚Âas que todos consumimos, sirve para muchas más cosas, en concreto, interviene en la elaboración de casi 30.000 bienes esenciales, por ejemplo, medicamentos, plásticos y lubricantes.
Por otra parte, el concepto monolíÑ‚Âtico, duro y cerrado de Estado ha ido evolucionando hacia otro cada vez más light, con menos funciones, entre ellas las económicas y sociales, y esto sucedíÑ‚Âa a la vez que las fronteras se iban diluyendo y los mercados evolucionando hacia una situación en la que EL MERCADO pasaba a ser el mundo entero; ¿ventajas de algo asíÑ‚Â?, nos las estado contando hasta la saciedad, pero no el inconveniente: en una situación como esa, es muchíÑ‚Âsimo más difíÑ‚Âcil poner frenos a los problemas.
A la vez, a las personas -las fíÑ‚Âsicas y las juríÑ‚Âdicas-, se les ha ido permitiendo que fuesen incrementando su nivel de endeudamiento; pero eso, el monto total de la deuda personal, tiene un líÑ‚Âmite puramente fíÑ‚Âsico, líÑ‚Âmite que, en requetemuchíÑ‚Âsimos casos ha sido sobrepasado.
A todo ello añadan que ya en los 80 se puso de manifiesto que incremento del PIB y utilización creciente del factor trabajo habíÑ‚Âan dejado de estar vinculados; y sumen otras dos cosas: el mayor ahorro de cualquier tipo de factor trabajo y la flexibilidad ilimitada introducida por las TICs, y la posibilidad -aportada por las TICs- de aumentar la productividad de los factores productivos utilizados casi de forma indefinida.
Y, para acabar, metan en el cesto la situación presupuestaria y comercial del paíÑ‚Âs que genera casi el 25% del PIB del planeta y que es el padre de la moneda de referencia mundial: USA.
La última vez que se dio una situación semejante a esta (semejante, no igual) fue en 1929. (Recomendable: lean lo mejor que se ha escrito sobre lo que sucedió en el 29: el estudio de John Kenneth Galbraith, "1929: The Big Crash", en español editado por Ariel). Lo que viene, será semejante, pero con dos grandes diferencias: 1) aquello, por variadas razones, estalló de golpe; la llegada de esto será paulatina: en el 2007 ya empezaremos a intuir cosas, y 2) entonces, la conectividad del sistema era muy reducida; hoy, el nivel de integración de la información es casi total.
Cuantitativamente, la tragedia puede ser mayor, pero, cualitativamente se vivirá menos mal.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.
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