La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

70 años

Santiago Niño Becerra - Martes, 13 de Julio

ilustraciónBueno, ya hemos llegado: la Comisión Europea ha puesto sobre la mesa alargar la vida laboral de la población activa europea: que trabajen más años y que se jubilen más tarde, vamos. Muy astuta la CE y para cubrirse de posibles críticas ha dicho que el envejecimiento de la población europea ha sido más rápido de lo previsto. ¡Vaya!, no lo entiendo: ¿se refiere a que la esperanza de vida ha aumentado a mayor velocidad de lo que se preveía?, ¿no se pueden ir previendo y corrigiendo esas desviaciones?. La propia CE da una explicación más plausible, más real: la evolución de la realidad financiera, de la realidad económica y social diría yo. Y digo más: con respecto al tema de la jubilación pienso que hay mucha hipocresía.

La verdad pura y dura es muy simple, pero es muy fea. Lo principal: cada vez hace falta menos factor trabajo para generar el PIB que en cada momento haga falta, el motivo: el aumento continuado de la productividad, algo que no solo no va a detenerse sino que va a aumentar: la salida de la crisis va a venir por ahí: ese va a ser el cambio sistémico que esta crisis va a traer.

Como consecuencia de lo anterior la población ocupada tiende a reducirse y así va a seguir, reducción que ahora con la precrisis y luego durante la crisis se acelerará, reducción que supone disminuciones en los ingresos de los montos estatales dedicados al pago de pensiones y, aunque de entrada sea menos, disminuciones en las dotaciones de muchos fondos de pensiones privados como causa de la caída de las rentas medias. En resumen: menos pasta para pagar pensiones.

Pero tras 40 años de modelo de protección social funcionando a toda pastilla y a otros diez de muy buen funcionamiento en todos los lugares en los que ha estado funcionando, la salud de la población ha mejorado y la esperanza de vida ha aumentado. (En 1900, la zona del mundo con mayor esperanza de vida era Inglaterra: 40 años).

El problema es que mayor esperanza de vida implica que esa población ocupada que se jubila sobrevive más años al momento de su cese laboral, de media muchos años, y más aún si esas personas que cesan en su actividad son jubiladas antes de tiempo. (En 1880, cuando en el Imperio Alemán fue instaurado el antecedente remoto del embrión de un sistema de pensiones, una persona, de media, sobrevivía dos meses al momento en que interrumpía su actividad laboral).

Es decir, con la precrisis y con la crisis la necesidad de factor trabajo ha disminuido y más va a disminuir, pero pensando ya en la recuperación, por el aumento de la productividad cada vez se va a necesita menos factor trabajo, es decir, menos personas van a estar ocupadas, por lo que irá menguando el monto dedicado al pago de pensiones, y aunque al producirse reducciones en los fondos dedicados al modelo de protección social la esperanza de vida disminuya, lo hará relativamente poco. Conclusión: el modelo de pensiones tiende a la quiebra.

Para obviar este problema a la CE se le ha ocurrido algo que parece lógico: proponer que se piense en prolongar la vida laboral y, como cifra, ha propuesto los 70 años, y digo que es lógico porque es de cajón: una persona ocupada, con sus cotizaciones y con las de la compañía en la que se desempeña profesionalmente, se nutre el monto de la caja que paga pensiones, y, además, al estar trabajando no detrae nada de esa caja por la sencilla razón de que no cobra pensión. El razonamiento, no obstante, supone algo muy, muy incierto y, además, no considera la implicación de mayor importancia que tendría llevar a término la prolongación de la vida laboral.

El supuesto incierto: la CE supone que la mayoría de las personas que compongan la población activa europea van a estar ocupadas, lo que entiendo que tan y como están las cosas y tal y como van a estar, tan sólo será cierto si la población activa es muy, muy reducida, lo que no parece vaya a suceder (más bien lo contrario a medida que el desempleo aumente y más personas quieran contribuir -o intentar hacerlo- a complementar unas rentas familiares a la baja); claro que siempre puede modificarse el concepto de población activa haciendo que tienda a coincidir con el de ocupada, o bien puede limitarse por ley la dimensión de la población activa (en Argelia, a principios de los 90 hubo alguna propuesta a fin de reducir el desempleo del factor trabajo a través de la prohibición legal de que trabajase la mujer).

La implicación: si se prolonga la vida laboral de una persona, en la mayoría de los casos esa persona, continuará trabajando (máxime si, además se van exigiendo cada vez mayores requerimientos para poder acceder a la incapacidad laboral permanente) por lo que no dejará vacante su puesto de trabajo, eso suponiendo que ese puesto de trabajo no desaparezca como consecuencia de la caída de la actividad económica que hoy se está produciendo y del aumento de la productividad a que el sistema en su conjunto apunta. Es decir, una mucha menor creación de empleo y la prolongación de la vida laboral a lo que apuntará será a la menos ocupación de los jóvenes y/o a un mayor subempleo (del que ya hay) en estas franjas de edad.

¿Vestir a un santo desvistiendo a otro?, peor: hacer creer que puede solucionarse un problema a través de una medida imposible y, además, ignorando las consecuencias de tal medida en otra franja de la población activa. Claro que siempre quedan otras soluciones: obligar a que las personas estén formándose hasta los 35 años de edad (ya se decidirá en qué, pero tendrá que ser algo de coste muy reducido), impedir que las personas envejezcan (interpreten esto de forma muy abierta), variar la definición de población ocupada de forma que incluya las formas de subempleo más exageradas que imaginarse pueda, admitir y considerar normal un empobrecimiento generalizado de la población, ... Todo es cuestión de echar imaginación al asunto, pero lo que sí está claro es que simplemente con prolongar la vida laboral no se soluciona nada, pero nada en absoluto; aunque se gana tiempo, claro: unos cuantos días mientras se va dando vueltas a la propuesta.

Y en cualquier caso, como el problema les va a estallar a otros.

(¡Genial!: la Comisión Europea va a proponer que los saldos de una entidad financiera que quiebre sean devueltos a sus propietarios en un plazo de una semana; ya, pero, ¿será si hay fondos suficientes, no?, ¿o en ese caso habrá pintar los billetes?. ¿Qué se estará cociendo para que ahora salgan con eso?. La crisis sistémica, ya).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.