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Ahorro

Santiago Niño Becerra - Lunes, 25 de Enero

Vaya, ahora resulta que el ahorro es malo:ilustración dicen que si se ahorra no se consume, y si no se consume no se genera PIB y no se ocupa a población activa: dicen que eso es lo que está sucediendo en España y que es responsable de gran parte de "nuestros males". Pienso que no, que la causa de nuestros males es otra.

Veamos, esa salvajada de ahorro que han acumulado los hogares españoles en su abstinencia consumista alcanza, de media, la escandalosa cifra de ... ¡2.140 euros!, y el total de pasta que tienen ahorrada las familias españolas equivale al ... ¡2,5% del PIB del reino!. No, el problema no es que las familias españoles ahorren, el problema es otro.

España, debido a esa-cosa-que-subterfujiamente-se-denomina-“modelo productivo” ha tenido siempre una productividad patética y, obviamente, unas rentas salariales medias reducidas (aunque durante bastantes años la renta media empresarial ha sido menor que la renta media salarial, pero eso es otra historia). Esos bajos salarios han constituido un problema muy importante a la hora de consumir ... hasta que se puso en marcha el hipercrédito: daba igual que la gente ganase poco: se le daba un crédito y a correr, es decir, a consumir, es decir, a generar PIB.

Existía un problemilla técnico: baja renta media, reducido nivel de ahorro, luego poca pasta disponible para que las entidades financieras pueda canalizarla hacia el crédito; solución: las entidades financieras españolas empezaron a pedir prestado al exterior. Recordemos un dato: el 50% de la pasta que las entidades financieras han prestado “para la vivienda” procedía del exterior, pasta que ahora las entidades financieras españolas han de devolver: 412.000 millones de euros entre los años 2010, 2011 y 2012. (Las comillas en “para la vivienda” son debidas a los créditos concedidos por el 120% -o más- del valor del piso a fin de que los felices nuevos propietarios tuvieran su coche nuevo y pudieran disfrutar de un viajecito a Bora Bora).

Bien, conocemos la evolución que está teniendo todo ese tinglado, evolución que en el momento actual muestra que no se está generando más PIB del que se generaba (en realidad nos estamos comiendo PIB antes generado), porque, entre otras razones, no se consume ya que se está ahorrando. Y, pienso, eso no es así.

De entrada gran parte del consumo se hacía a crédito, sobre todo del consumo de aquellos bienes cuya fabricación generaba más PIB unitario: el 90% de los automóviles que se adquieren en el reino se compran a crédito, por ejemplo, por lo que la mayor “culpa” de la caída del consumo la tiene el derrumbe del crédito. En otras palabras: el español medio consumía, si, pero no tenía la pasta para pagar, se la dejaban, en la creencia de que conservaría su empleo y podría devolver la cantidad dejada. (Y como el precio del metro cuadrado construido nunca bajaría ...).

Por otra parte, la renta disponible media está cayendo: el 1,6%, luego más desempleo, menos masa salarial, menos rentas complementarias, igual a menor capacidad de endeudamiento, a lo que hay que añadir el volumen de la deuda acumulada: el 120% del PIB en el caso de las familias, luego parte de esa menor renta ya se halla comprometida; si a eso añadimos que las entidades financieras piden la Luna para conceder un crédito (cuatro nóminas para un crédito destinado a la compra de un automóvil de 17.000 euros, solicitó una entidad financiera a la hija de unos amigos), y las tremebundas incertidumbres que existen en relación a la conservación del empleo, ¿cómo demonios se va a consumir?, ¡si lo que a mi me extraña es que se esté consumiendo lo que se consume! (ya, ya: parte de quienes consumen, consumen porque esperan EL milagro y se creen eso de que “lo peor ya ha pasado”).

No, por favor, no culpabilicen a la gente que ahorra cuatro perras diciendo que por ese afán ahorrativo la economía española está como está, el tema es otro: “gracias” al hiperconsumo posibilitado por el megacrédito de estos años pasados el PIB español alcanzó la cota que alcanzó y la ocupación del factor trabajo en España llegó a donde llegó, y la tasa de ahorro, se hundió hasta donde se hundió, claro. Ahora el megacrédito se ha acabado, el consumo se está hundiendo, las deudas que vienen del pasado son monstruosas, el número de personas sin trabajo supera los cuatro millones, mucha de la ciudadanía que tiene empleo conoce a gente que lo ha perdido y no sabe si conservará el suyo. Y va y nos dicen que parte de la culpa de que la economía española esté como está es debida a que la gente ahorra más. ¡Venga ya!.

(Dijo el presidente de la comisión económica de la CEOE el pasado 19 de los corrientes, que la culpa de que se haya destruido tanto empleo en España la tiene la subida salarial habida en el 2009: el 2,6% de media en los convenios colectivos firmados. No voy a entrar en la disyuntiva de si tal afirmación es cierta o no, voy a suponer que lo sea.

Si ello es así, si verdaderamente se hubiese destruido mucho menos empleo, o nada, si los salarios hubiesen crecido menos o no hubiesen crecido, ello indicaría que el Señor José Luís Feito estaba reconociendo que el PIB español tiene una estructura ultraintensiva en factor trabajo, una estructura que no justifica la inversión debido al reducido valor añadido de los bienes y servicios que conforman ese PIB, y que la única forma de ganar competitividad que tiene la economía española es a través de competir en costes salariales ya que ganar “productividad buena” no es posible. El Señor Feito no dijo todo esto, pero si lo hubiese dicho le estaría dando la razón: pienso que las cosas de la Economía, en el reino, son así.

Pero el razonamiento del presidente tiene una pega. Por mucho que se congelen los salarios en España, por reducidos que los salarios españoles sean, siempre será posible encontrar algún lugar en el que sean más baratos (por ejemplo aquí al lado, en Marruecos: el salario industrial horario medio es el 10% del español), pero es que los costes salariales cada vez son menos importantes, sobre todo si el valor añadido es bajo, y no, no es un contrasentido. Cuanto más reducido es el valor añadido, más barata será la tecnología requerida para automatizar el proceso productivo, si a eso añadimos que la tecnología constantemente se está sofisticando, simplificando y abaratando, el resultado es ... que los costes salariales son menos significativos.

El empresariado español quiere reducir costes salariales porque así piensa que bajarán sus costes totales y de resultas de ello podrá aumentar la competitividad y exportar más; por lo dicho el razonamiento no es correcto, pero lo trágico del asunto es que no pueden querer otra cosa porque cualquier otra cosa que quisieran está vetada a la mayoría del empresariado español. En otras palabras y centrándonos en el tema del empleo: aunque los salarios se congelasen, aunque se redujesen (lo harán) el desempleo continuaría creciendo (lo hará). Punto.

Pero el Señor Ignacio Fernández Toxo pienso que tampoco acierta cuando dice que la causa del desempleo español se halla en la elevada contratación temporal que se da en el reino (http://www.elpais.com/edigitales/entrevista.html?encuentro=6156&k=Ignacio_Fernandez_Toxo). España tiene la tasa de temporalidad que tiene -el 25%, hoy, el 30% ayer: ¡que bien, ha bajado!- porque el modelo productivo español sólo admite una tasa de desempleo “asumible”: el 9%, a base de: 1) contratación temporal elevada y 2) subocupación de parte de la población activa empleada; si los sindicatos se rebelan contra ese mapa de la demanda de trabajo y/o la actividad económica no es capaz de generar un PIB que ocupe población activa, puede que la tasa de temporalidad se reduzca, pero a costa de aumentar la de desempleo; el momento actual sirve como ejemplo.

Es decir, pienso que para España el tema ha sido: o elevada tasa de temporalidad y de subocupación (los famosos “becarios” subempleados y subremunerados, por ejemplo), o el desempleo creciente; ya sabemos lo que sucedido: “ido”, es decir, lo que ha pasado: ayer; mañana ... Recuerdo una viñeta que el genial Forges publicó hace unos años en El País; un cartel encabezaba una gran masa de personas que se suponían en manifestación, en la pancarta podía leerse: “No al contrato detritus, si al contrato basura”; al pie de la viñeta un año, el 2050, creo).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.