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Buenos días

Santiago Niño Becerra - Viernes, 23 de Enero

Hace un par de semanas un amable lector me remitió un mail muy interesante. Es un mail duro, áspero, bronco: habla de lo que sucede en la calle, del día a día:

“Buenos días, hace poco le envié un correo con algo de información de lo que yo podía observar desde mi posición de pequeña pyme con dos comercios en centros comerciales. También le comentaba algo de los alquileres comerciales y la subida de la luz de lo cual usted comento algo en uno de sus artículos. Le actualizo la evolución del pequeño comercio.

La situación actual es más que dramática, yo creo que la peor de sus predicciones se queda corta, y las suyas son de las más pesimistas que he leído. Un día como hoy del año pasado tenía tres empleados en cada turno (mañana-tarde) trabajando sin parar, hoy estoy yo solo en una de las tiendas y a las 13:00 todavía no he vendido nada. La poca gente que hay en los centros comerciales está comprando en los supermercados y en las grandes cadenas tipo (nombres de dos cadenas de ropa), esta última con descuentos del 50% en todos sus productos. Claro con unos porcentajes de beneficio del 800% que más les da rebajar el 50%. Si yo hago una rebaja similar pierdo dinero solo con abrir la puerta del comercio. El día 11 de diciembre del año pasado facturé 1.500Ñ¢”šÂ¬ en esta tienda en la que estoy, ayer 380Ñ¢”šÂ¬... duro verdad?.
Después de leerle tanto tiempo ya sabíamos que nuestro negocio no tiene mucho futuro con los tiempos que vienen, pues vendemos artículos que son totalmente prescindibles. Todo el mundo puede pasar sin un bolso bonito, un buen reloj o un vestido de moda cuando la cosa esta mal, y más si su precio es elevado por ser de marca y encima el beneficio que deja para el comercio es pequeño. Únicamente aspirábamos a salir dignamente pues el 30% de nuestra facturación anual es en Navidad, con este panorama veremos si con la liquidación podremos pagar a los proveedores. Para rematar mi mujer y yo somos autónomos, metimos todo nuestro dinero en la empresa, cinco años trabajando y no tenemos derecho a paro. Multiplique esta situación por cientos de miles de personas y ya tenemos sus previsiones para 2010 y 2011.
Esto que le cuento ahora es bueno, estamos pensando en emigrar. Mi mujer es (una nacionalidad) y si, ya sé, en (nombre del país que da lugar a la nacionalidad anterior) las cosas no van a estar mucho mejor, pero he estado allí muchas veces y siempre veo que hay mucho por hacer. Soy licenciado, hablo perfectamente inglés y (nombre del idioma del país anterior, un idioma poco significativo en términos económicos), y veo alguna posibilidad. (Nombre del mismo país) tiene materias primas y está descubriendo más (nombre de una commodity) cada día, tiene mucho que crecer en infraestructuras ... si, ya sé, es (nombre de un continente) y las cosas allí están como están no nos vamos a engañar, pero, ¿como estarán aquí dentro de dos años?.
Desde hace un año usted emplea las palabras de “crisis sistémica” y ya decía -quédense con estas palabras porque las escucharán en un futuro próximo- y cierto, en estos últimos meses ya las hemos visto en muchos medios de comunicación (...)”

El mismo día, un ex alumno me envió un mail; también muy interesante, y también duro, áspero, bronco, porque también habla de lo que sucede en la calle.

El mail describía la situación en la que se halla la empresa de su familia (él se halla ocupado en una de las Big Four), una situación en la que la actividad está cayendo -derrumbando, habría que decir- porque está cayendo en todas partes; y eso que por sus características, esta empresa ha tardado más en percibir -sufrir, más bien- el momento. Finalizaba su escrito diciendo:

“Mi padre me dice que esto lo podemos aguantar hasta Febrero, sino, ERE = más coste para la empresa… De momento los bancos nos respetan y nos mantienen las pólizas, si estos cierran el grifo, ya podemos cerrar la fábrica. Es muy duro. En Septiembre, estábamos 1 millón de Euros por encima del presupuesto anual… y aún faltaba Octubre, Noviembre, Diciembre ... las perspectivas eran alucinantes.
Actualmente, vamos a ver si llegamos al presupuesto. Es decir, en dos meses, de estar 1 millón por encima del presupuesto, estamos ahora luchando por llegar a él. Hemos perdido casi 3 millones de facturación en 3 meses…”

El mismo día que el anterior me llegó un mail de una ex alumna que se está desempeñando profesionalmente en el subsector financiero, en una entidad de reconocido prestigio. Dos de los párrafos de este mail eran:

“Demasiados temas por atender, falta de tiempo, delegar trabajo, falta de formación de quien lo elabora o falta de sentido común, miedo a equivocarse y a no preguntar, confianza en que el trabajo de los demás sea correcto o falta de controles de supervisión. Surge un problema, no hay quien se arriesgue a tomar decisiones en las que se incurra en riesgo alguno….

Faltan líderes que tomen decisiones, con criterio, con sentido común… Es una crisis de sentido común, de mucha cautela o por miedo a perder “la silla”........”

¡Impresionante!, ¿verdad?: profesionalidad, falta de la misma: y eso es un recurso; miedo al palo porque no equivocarse pasa a ser esencial: falta de capacidad emprendedora: eso es otro recurso.

Ahora junten todo: ¿a que acojona lo que sale?.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.