La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

EL PRIMER CDS LO UTILIZÑ“ JP MORGAN EN 1994. DESDE ENTONCES TODO HA IDO A PEOR. LA AMBICIÑ“N MATA

Moisés Romero - Viernes, 18 de Septiembre

ilustracionQue el Gran Rebote ha sido posible gracias al auge desmedido ¿cuántos van? de los derivados es algo que usted mismo puede comprobar llamando a su intermediario financiero de referencia. Los expertos calculan que desde los mínimos del 9 de marzo, más del 70% de las operaciones que se han cruzado en las principales Bolsas del mundo han estado amparadas, proyectadas o parapetadas con estructuras de derivados. La primera vez que escuché voces muy altas y claras en contra de la proliferación de futuros y de compra-venta a crédito de acciones fue después del crash de octubre de 1987. Algunos sabios vincularon los destrozos, la velocidad del fuego bajista con estas prácticas. La primera vez que escuché a prohombres, al mando de organismos supranacionales, que iban a acabar con esta ceremonia de la confusión fue en los últimos días de 1987. Desde entonces, el mensaje ha sido recurrente, como lo hemos podido comprobar en los últimos G20. Pero todo ha empeorado en este capítulo, porque la banca de inversión y la que no es de inversión es la dueña del Parqué Global y, según balances, han sacado una suculenta tajada en los seis primeros meses del año de algo que iban a quemar en la hoguera pública ante la mirada, el pasmo general de los participantes en los mercados: han ganado dinero a espuertas con las ayudas de los Gobiernos, es decir, con el dinero de todos nosotros, colocado en bonos y acciones a través de derivados.

Después del crash de octubre de 1987, las cosas no sólo no mejoraron sino que alcanzaron mayor nivel de dificultad en su entendimiento general: ya se sabe que son productos para iniciados. Siete años después, en 1994, los estrategas de JP Morgan pusieron en el mercado el primer CDS (credit default swap), un derivado, dicen, que actúa como un seguro ante el riesgo de quiebra, y que se usó por primera vez con un crédito a la petrolera Exxon en 1994. El banco consiguió que al eliminar el riesgo de sus préstamos, las autoridades -en concreto la Reserva Federal- permitiera reducir las reservas de capital, tal y como imponía Basilea I. Cinco años después, en octubre de 1999, el mercado oficial de derivados de crédito se estimaba en 229.000 millones de dólares, seis veces más que dos años antes ¿Ahora? ” Es casi imposible conocer el volumen, porque hay mucha mierda escondida aún debajo de las alfombras de los balances bancarios”, me dice un experto.

“...Lo que está claro es que los CDS fueron el inicio de una serie más de inventos por parte de los bancos de inversión, que han convertido los mercados financieros en un lodazal. Dos años después del estallido de la Gran Crisis sólo conocemos parte de la basura, de los detritus acumulados en años de exuberancia. Pero lo peor es que la fiebre del sábado noche, la fiebre por visitar el Gran Casino de la Bolsa se mantiene intacta. Es más, es mayor a medida que los mercados se han puesto las viejas prácticas por montera y recuperado cierto esplendor…”, añade.

“...Sí, nada ha cambiado. Es más, muchas cosas han empeorado de tal modo que estos inventos han pasado de ser un sistema de control de riesgo a ser el mayor riesgo en sí mismos. Los últimos cálculos estiman que los CDS suponen en torno al 8% de los derivados de crédito, un mercado que (incluyendo los contratos de tipos de interés y los de divisas) suma contratos sobre un nominal que mueve 592 billones de dólares, 10 veces el PIB mundial. Hace dos años esta cifra se quedaba en la mitad…”, remarca.

“...Entonces ¿está convencido o no de que la Gran Feria sigue libando, hasta caer borracha, de las peores prácticas de antaño? ¿Está o no convencido de que la ambición no tiene límites en algunos casos y de que terminará matando a unos y a otros?...”, finaliza