La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Hoy (Septiembre 10 + 1)

Santiago Niño Becerra - Lunes, 13 de Agosto

Cuando Uds. lean esto es posible que las cosas estén peor que el Viernes. (Esto lo he escrito ayer).

John Kenneth Galbraith, aquel economista a quien no se le quiso conceder el Premio Nóbel, lo dijo una vez: la gente tiende a recordar a los economistas cuando fallan en sus previsiones, no cuando aciertan. No lo digo con tintes reivindicativos, pero Uds. lo han leíт­do ya en lacartadelabolsa: esto se acaba.

Ahora puede decirse lo que se quiera, pintarse con los colores que se quiera y ponerle un lazo rosa, pero las únicas razones de lo que ahora está empezando a suceder en la economíт­a planetaria son dos: el crecimiento desmedido y sin base de los niveles de endeudamiento de personas fíт­sicas y juríт­dicas, y la presión continuada y fuera de control a la que han estado sometidas las familias a fin de que incrementasen sus estándares de vida y a la que lo han estado las compañíт­as -financieras y no financieras- para que aumentasen de forma exponencial sus beneficios y el valor de la cotización de sus acciones (dirán que una cosa es consecuencia de la otra, y al revés, y síт­). Por detrás, agazapado, otro motivo: el consumo disparado de unos recursos que son escasos.

Como, cuando las cosas vienen mal dadas siempre ha de encontrarse a un culpable, ahora quieren echarle la culpa de todo a las agencias de calificación de riesgo. Pienso que las profesionales y los profesionales que en ellas trabajan llevaban tiempo viendo lo que se avecinaba, pero, pura y simplemente, no han podido decirlo porque el sistema se lo ha impedido; y se lo continúa impidiendo.

Se lo he recomendado en varias ocasiones; vuelvo a hacerlo: lean “1929. El gran Crash”, de John Kenneth Galbraith; cuenta, palabra por palabra, lo que está pasando y gran parte de lo que va a pasar. Entonces, entre 1925 y 1928, las promesas de las cotizaciones estratosféricas de unos valores que casi no valíт­an nada, llevaron al sistema financiero a unos niveles de endeudamiento absurdos, a ello se sumó una oleada especulativa relacionada con los inmuebles. Cuando algunos empezaron a darse cuenta de que aquello habíт­a dado de si todo lo que de si podíт­a dar, todo el tinglado se fue a la mierda.

Hoy los Bancos Centrales están inyectando liquidez y se están planteando bajar los tipos. Hagan lo que hagan -eso, o lo que sea- sólo conseguirán retardar el estallido o enlentecer el derrumbe, pero uno -y otro- van a llegar porque lo que está provocando esta situación no es una falta de liquidez o unos tipos demasiado elevados, es algo mucho más sencillo: el sistema ha llegado a su líт­mite fíт­sico: fíт­sicamente el endeudamiento medio ya no puede crecer más, fíт­sicamente el precio de los inmuebles no puede subir más. Evidentemente, más liquidez y/o menores tipos, pueden, aún, forzar al alza los niveles de endeudamiento y los precios de los inmuebles, pero, entonces, el tortazo será mayor.

Lo leyeron en la serie que finalizó en pasado Viernes: nuestro sistema se ha basado en un constante ir a más, pero para ir siempre a más de forma sólida (suponiendo que ello sea posible), han de modificarse las bases sobre el que el sistema se sustenta -el modo de producción-; y como esas bases no han sido modificadas, en nuestro sistema es imposible ir siempre a más, sin embargo, nos han hecho creer que si; y las rentas, los beneficios y las cotizaciones han ido creciendo ! artificialmente y de forma virtual. Y todo ello, forzando la máquina del consumo de unos recursos escasos. En otras palabras: se ha creado un fuego con una leña inventada pero que ha ardido, y se ha alimentado con una gasolina ficticia pero que ha acelerado la combustión; como en 1929.

El problema es que, al igual que entonces, no existe un modelo de actuación: esto que está sucediendo no es igual a la burbuja punto com, pero no por lo que se está diciendo, sino por algo mucho peor. La burbuja punto com estuvo basada en unos papeles que la gente compraba esperando que mañana valiesen más, lo que sucede hoy está relacionado con la economíт­a real: con unos inmuebles, con un PIB, con un empleo, con un consumo realizado rehipotecando cosas reales. Es decir, lo de ahora tiene una vertiente financiera, claro, pero, además, una vertiente real. ¡Como en 1929!.

Y, como entonces, no existe un manual de actuación: vamos a tener que ir improvisando; pero, a diferencia de entonces, hoy el consumo de commodities ha adquirido unas dimensiones monstruosas que ha ido elevando sus precios y, lo peor, está reduciendo las reservas de las mismas. Es decir, lo que ahora empieza tiene un triple aspecto que va realimentando el proceso porque cada vertiente de esa tripleta se interpenetra con las demás: los componentes financieros, los elementos reales, y la oferta global de commodities.

¡Ah!, y no se crean eso de que “las bases de la economíт­a están bien”; es absolutamente falso: ¿cómo van a estarlo si esas bases han sido, precisamente, las que nos han llevado a esta situación?.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.