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Opciones y alternativas

Santiago Niño Becerra - Jueves, 29 de Julio

He recibido algunos mails de lectoras/es que me preguntan mi opinión sobre que opción es mejor para remontar la situación en la que se halla la economía planetaria: lilustracióna USA de estimular la economía pasando un poco o un bastante del déficit, o la de la UE de recortar, sanear y estabilizar. Conocen mi postura: lo que ya está llegando es inevitable: es una crisis sistémica producida por el agotamiento del modelo en curso, por lo que veremos esas dos opciones desde la perspectiva de afrontar la travesía del desierto que se nos viene encima.

Para no crear climax ficticios diré de entrada lo que pienso y luego lo comento: hoy y ahora la única opción operativa para capear el megatemporal que está llegando es ir e menos, optimizar, recortar, reducir, hacer todo más pequeño, disminuir; cualquier otro camino, y, evidentemente la otra opción planteada, supone ahondar en el problema. Me explico.

La primera opción supone arreglar-algo-que-no-va; es solucionadora, por eso fue el camino para remontar la situación de total postración en la que se hallaba la economía mundial en la Gran Depresión: al haber aumentado tan considerablemente la productividad en los años 20, o se incrementaba el crecimiento potencial del sistema o se llegaría a una situación de subutilización permanente o de destrucción de unas posibilidades de crecimiento antes de que pudieran empezar siquiera a funcionar. Es decir, debido a que la productividad se había disparado y partiendo de la base de que el campo del crecimiento estaba casi totalmente virgen, se partió de que la cantidad de commodities era ilimitada y se plenoempleó todos los recursos de que se disponía ... y el crecimiento llegó a borbotones apoyado -en unos lugares más que en otros- en un modelo de protección social que brindaba un paraguas perfecto a los participantes en el proceso.

Esa primera opción que hoy bastantes voces reclaman supone ir por el mismo camino: inyectar fondos en el sistema a fin de elevar el crecimiento potencial y utilizar una capacidad productiva y un factor trabajo hoy infrautilizados, pero, pienso que eso hoy es imposible debido a tres motivos: 1) el campo del crecimiento, a diferencia de entonces, no es hoy virgen: la capacidad de endeudamiento de los participantes, de todos los participantes: familias, Estados, compañías, entidades financieras, municipios, instituciones, se halla agotada, luego es imposible continuar por el mismo camino que hasta ahora se ha seguido, 2) la capacidad de generación de nuevos créditos está prácticamente agotada, al igual que lo está la capacidad de percepción de créditos nuevos: de entrada no quedan activos “buenos”, asequibles y accesibles para respaldar más créditos, de salida las posibilidades de devolución de las deudas ya asumidas es baja, lo que mengua en la confianza, y 3) a diferencia de los años 50 hoy conocemos muy bien que la cantidad de commodities disponible es finita y las posibilidades de obtener recursos a bajo coste es prácticamente nula. (Si son ecologistas añadan un cuarto motivo: la capacidad de la Tierra para continuar siendo explotada como hasta ahora y de continuar absorbiendo residuos como hasta ahora cada vez es menor).

Es decir, pienso que la opción de continuar por el camino que íbamos es pura y simplemente imposible porque supone utilizar para salir de un problema las mismas herramientas que nos han llevado al problema, herramientas que son la evolución perversa de aquellas soluciones que se empezaron a implementarse en los años 30, evolución que se pervirtió a medida que se iba agotando su recorrido, sus posibilidades. Entiendo que abandonar el camino que hemos llevado hasta hora equivale a admitir que nunca más volveremos al pleno empleo de los factores productivos y, en concreto, del factor trabajo, lo que significa un desempleo estructural elevado, y un nivel de bienestar reducido, y acabar con muchos de los sueños que han acompañado a la humanidad en estas últimas cinco décadas; ya, pero todo termina por acabarse.

La segunda opción, la administración de lo escaso, la optimización de lo poco, la búsqueda de la productividad para reducir gasto, pienso que es hoy la única posibilidad posible, y lo digo redundantemente de forma consciente. Y, ojo: ese camino, a diferencia del cambio de modelo sistémico que se fraguó en los años 30, no es una solución a nada: pienso que tan sólo es la preparación de la estructura de un nuevo sistema al igual que lo fueron los cambios habidos entre 1760 y 1780. ¿Qué quiere esto decir?, pues que tras esta crisis que ahora comienza y a diferencia de la Gran Depresión pienso que no seguirá una época de esplendor, sino de contención en el gasto, casi de pobreza puede decirse pensando en términos actuales.

Hemos vivido varias décadas de falso esplendor gastando más de lo que era lógico gastar en función de lo que se tenía, de lo que se disponía, ahora hay que adecuar gasto y recursos y prepararnos para una fase de bajas disponibilidades, situación que se halla agravada por un muy elevado nivel de población que ni es necesario ni nunca volverá a serlo. Superaremos esta crisis al igual que la humanidad ha superado otras en el pasado, y acontecerán avances que ayudarán a superar sus causas y a preparar el próximo cambio: en energía, en biotecnología, pero jamás las cosas volverán a ser como han sido; nunca vuelven a ser igual tras un cambio, ya, lo que sucede es que ahora venimos de un sueño, un sueño precioso pero que al final ha resultado muy caro. Claro, claro: las cosas son como son.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.