La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Otro Septiembre Ѣ€“ 2

Santiago Niño Becerra - Viernes, 21 de Agosto

Las medidas que se están adoptando, esas medidas que, dicen, van a hacernos volver al crecimiento -"a lo de antes"- no funcionarán, no sirven para solucionar los problemas en los que se halla inmerso el sistema, su agotamiento, porque:

ilustración1 Ѣ€” El nivel de deuda de la población, la deuda privada, las deudas de la gente, es monstruoso e imposibilita cualquier recuperación que pudiera diseñarse sustentada en el consumo de lo que sea, y tanto por lo que se refiere a las familias como a las empresas. Además, una parte elevada de esa deuda es incobrable porque las expectativas de ingresos de esas personas y/o empresas es decreciente y se contrajo partiendo de unas expectativas falsas: las que fueron fruto del agotamiento del modo de funcionar del sistema, las que contribuyeron a su agotamiento.

2 Ѣ€” A lo anterior debe añadirse la deuda de los entes públicos: administraciones centrales, entes regionales, locales y municipales, sea cual se su estructura. Hoy, en la mayoría de los países estas deudas no son excesivamente elevadas (en algunos si, son elevadísimas: Italia, en otros son monstruosas: Japón) pero la tendencia es a que las medidas que actualmente se están diseñando se financien con deuda, deuda que, se supone, alguien adquirirá y deuda que, se continúa suponiendo, alguien tendrá que pagar; deuda consecuencia de los monstruosos déficits en los que se están adentrando los Estados creyendo que así “se solucionará” un problema que es sistémico.

A medida que la tasa de deuda sobre PIB vaya creciendo la situación financiera de los países empeorará, a) porque el monto de deuda seguirá yendo en aumento, b) porque la tendencia del PIB apuntará a la baja. A la vez, ¿se cuenta con un plan B para aquellos casos en los que esas emisiones de deuda no sean cubiertas en su totalidad?, es decir, que no sean adquiridas aún ofreciendo primas de riesgo astronómicas.

3 Ѣ€” Como consecuencia de lo anterior, la capacidad real para asumir nuevas deudas por parte de personas, familias, empresas, y entes públicos es, ya hoy, prácticamente inexistente por lo que la dinámica con la que se ha estado haciendo funcionar al modelo (con la que se ha estado asistiendo al modelo, como si en una UCI estuviese) es, ya, difícilmente prorrogable: aunque a quienes tomen las decisiones les importe un rábano hipotecar absolutamente el futuro de las próximas diez generaciones hasta unos niveles de parálisis hoy difíciles de imaginar, aunque esos dirigentes desconsideren las consecuencias de inundar de liquidez -literalmente- gratis los mercados y economías públicas y domésticas, la suerte ya está echada porque se ha alcanzado un límite físico y, de momento, en nuestro universo las leyes de la física no pueden ser modificadas.

4 Ѣ€” Esas medidas que ya se han diseñado, los planes que se continúan aplicando, suponen seguir con idéntico modo de funcionamiento que hasta ahora el sistema ha desempeñado, un modo de funcionamiento que se ha demostrado agotado y que es la razón de esta crisis sistémica en la que estamos adentrándonos. El desperdicio de unas coomodities crecientemente escasas, la subutilización de unos fabricados a partir de unos recursos que ya se sabían no ilimitados en el momento de su empleo; el hiperconsumo de bienes considerados necesarios en un entorno que vinculó la felicidad a una en aumento posesión y uso de bienes y experiencias; el crecimiento demográfico de poblaciones meramente consultivas y no regenerativas; el decir global, el pensar local, y el actuar nacional; los excedentes invendibles, las capacidades productivas sobrantes, las productividades posibles: ¿más de lo mismo para resolver el problema que ese mismo causó?: sencillamente absurdo.

Las medidas y los planes que hoy Gobiernos e instituciones han puesto sobre la mesa continúan suponiendo la inagotabilidad de las commodities a la vez que siguen considerando el consumo creciente de las mismas como manifestación de crecimiento. No es un tema de ecología, sino de productividad. Los planes y medidas pueden hablar de ecología y de medio ambiente, pero no abordan la productividad de los inputs como un objetivo, ni las consecuencias de ello ... por las propias consecuencias de esas consecuencias; sin embargo la realidad es tozuda: siempre está ahí.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.