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Otro Septiembre Ѣ€“ 5

Santiago Niño Becerra - Miercoles, 26 de Agosto

La solución: debe irse pensando ya en "el día después": "The Day After" (Nicholas Meyer, 1983). Pienso que, como aproximación, deberíamos ir ya pensando en el día de después de la crisis. Insisto: como aproximación. Para meditar apunto una serie de premisas de partida y unas cuantas medidas que estarían en línea con esas premisas. Ni una ni otra lista son exhaustivas. (Dirán que son planteamientos bastante fuertes, y sí; pero es que, recuerden, tenemos que afrontar un cambio sistémico).

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Premisas de partida:

- El desempleo del factor trabajo no descenderá reformando el mercado de trabajo -tornándolo más flexible-, pura y simplemente porque la oferta de trabajo es, y más va a serlo en un futuro, muy superior a una demanda de trabajo cada vez menor.

- Definitivamente, generación de PIB y utilización de factor trabajo han dejado de estar relacionados, hecho que tras la crisis aún se pondrá más de manifiesto. (Lo que refuerza lo dicho en el punto anterior).

- El consumo -de todo- no va a continuar siendo el principal componente del PIB: el consumo, evidentemente, no va desaparecer, pero adaptándolo a aquello que sea necesario. (Simplemente por esto ya estamos refiriéndonos a otra forma de funcionar: consumir “lo necesario” equivale a eliminar el consumo de lo innecesariamente superfluo: de aquello que suponga un desperdicio en un entorno de escasez, pero consumo que ha estado generando una cantidad apreciable de PIB).

- La utilidad del “individualismo”: personal, regional, nacional, tiende a decrecer porque tanto como consecuencia de la crisis, como por el cambio que ya está empezando a producirse, el acento, a diferencia de lo vivido en períodos anteriores, se está poniendo menos en el individuo como protagonista, lo que está suponiendo el abandono de la idea de “individuo-como-ente-soberano”.

- Lo “importante” está dejando de ser algo vinculado a la apreciación que de las cosas hagan los individuos para pasar a ser un elemento que cada vez tendrá más que ver con la necesidad colectiva: actuar austeramente pero con responsabilidad personal desde en un entorno en el que haya que hacer lo conveniente tomando como referencia un colectivo formado por diversos entes individuales. (En un entorno de escasez de todo tipo de recursos es físicamente imposible la maximización de todos los intereses individuales de todos los individuos, lo que lleva a un, inevitable, cambio de enfoque)

- Los Estados no van a poder “incentivar”, “reactivar”, “ayudar”, “influir” a o en la economía porque su munición se les está agotando: los ingresos públicos tienden a la baja en la medida que la actividad económica vaya decreciendo, y, además, porque la deuda pública va a ser algo cada vez menos apetecible de adquirir por quienes que vayan a poder adquirirla porque tengan con qué adquirirla. (Esto debería llevar a planteamientos que, de momento, están siendo obviados: si los Gobiernos inyectan fondos para reactivar, y si, a la vez, esos mismos Gobiernos reducen los tipos de los gravámenes, y si, también, la capacidad de pago de las figuras tributarias se redujese en la medida que la actividad económica se está reduciendo, ¿hacia dónde apunta el desenlace de esta evolución?).

- “Austeridad”, “Responsabilidad”, “Cooperación”, “Coordinación”, “Absorción”, “Reducción”, son conceptos radicalmente opuestos a todo lo que de “Individualismo” puede derivarse. “Lo conveniente” era, fue, aumentar la rentabilidad de una inversión, de cualquier inversión el (15 Ѣ€” 20)% cada año, y remunerar por conseguirlo; ¿cómo lo lograba quienes lo conseguían?, no importaba; ¿qué hacía quien alcanzaba el objetivo con su megaremuneración?, tanto daba. Ese proceder era indisociable del crédito: del conveniente, del necesario. El resultado de todo ello era, fue, PIB: “el mundo iba bien” porque para muchos todo fue posible si querían que lo fuese. (Es una nimiedad, pero significativa: el título de un film de James Bond: “The World is not Enough” (Michael Apted, 1999))

Por ello yo mantengo, contra viento y marea, que nadie fue culpable: todos hicieron lo que tenía que hacerse para crecer en base a lo que se podía hacer para que crecer: ¿quién puede ser culpado por hacer eso, por lograr eso, si quien eso hizo no otra cosa podía hacer para conseguir lo obvio, lo esencial, lo único: crecer?.

Pero, claro, crecimiento-como-sea, poco tiene que ver con conceptos como “austeridad” y “cooperación”. De ahí el cambio sistémico que toda crisis sistémica supone.

(En la línea: nos estamos acercando: http://bloomberg.com/apps/news?pid=20601087&sid=aXbZZWXPR5mw -aquí lo leyeron Uds. antes-: existe el riesgo de que se produzca una double-dip recession. Es como si estuviesen preparando al personal, poco a poco: no será una double-dip recession, sino el inicio del inicio de la caída, sin otra falsa recuperación, de lo que ha estado pasando, y que ralentizó una situación creada a base de anfetaminas de dinero público que no existía).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.