La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Propuestas (es una continuación) Ѣ€“ y 3

Santiago Niño Becerra - Jueves, 13 de Mayo

- De entrada todos los países deben tener muy claro que esta crisis es mundial ilustración por lo que la salida debe ser mundial, no nacional. Las economías de la UE -representadas por técnicos, no por políticos- deberían sentarse a una mesa y tomar medidas de índole exclusivamente general, todo lo adaptadas que se quiera a las situaciones particulares de cada país, pero generales y de obligado cumplimiento, sin excusas ni excepciones.

- La UE, USA, Japón, China, y todos los grandes países productores de commodities habrían de coordinar medidas, planificar necesidades y asignar recursos, dejando a un lado posturas nacionales. En esa coordinación debería ponerse sobre la mesa todo, absolutamente todo, es decir, nadie se debería guardar nada en ningún bolsillo de ninguna chaqueta.

- La porquería que las entidades financieras tienen en sus balances debe salir a la luz: toda la porquería, y a la vez. Los accionistas de esas entidades, si los tienen, deberán enfrentarse a las consecuencias de eso, ellos solos. Las entidades inviables deberían ser intervenidas por los Estados pero bajo la coordinación del grupo de técnicos que se ocupasen de la gestión. Los saldos de los diferentes tipos de cuentas serían congelados y regulados. Se forzarían las absorciones y las fusiones de entidades financieras.
- Análisis detallado y conjunto a nivel de países de las deudas públicas y privadas de cada economía. Petrificación de deudas, determinación de posibilidades reales de pago. Organización y favorecimiento del trueque de bienes y servicios entre países y compañías con fijación de valores de cambio. Establecimiento de un clearing de deudas a nivel de países, empresas y familias.
- Acelerada puesta en marcha de la trazabilidad de bienes y servicios implementando toda la tecnología que sea conveniente. Determinación de qué actividades y de qué compañías son necesarias, eficientes, útiles y cuales no lo son, y eso en todos los subsectores, sin excepción. Determinación de sus costes, de sus necesidades de población ocupada, de sus excedentes de mano de obra. Absolutamente toda la operativa económica deberá girar en torno a la idea de que “lo necesario es lo importante”.
- Las compañías estratégicas deberían ser intervenidas por técnicos dependientes del grupo de control, pero únicamente aquellas que sean estratégicas, por ejemplo, las prestadoras de servicios logísticos, si; las que se dediquen al diseño de software para descargarse tonos en el teléfono móvil, no.

- Eliminación de la imposición directa y puesta en marcha de un impuesto sobre el gasto con tasas negativas para aquellos bienes que sean declarados básicos y esenciales. La estructura de ese impuesto debería ser idéntica para todo el planeta al igual que la implementación de esa reforma fiscal; los tipos podrían ser temporalmente distintos en función de las características de cada país, pero siempre según lo determinado por el organismo técnico.
- Análisis detallado de la productividad del gasto no sólo de su cuantía y antes, incluso, que esta; es decir, ¿se gaste eficientemente lo que se gasta?.
- Puesta en marcha, por una única y definitiva vez, de una amnistía fiscal a nivel planetario a cambio de una tasa única que podría equivaler al tipo del impuesto sobre el gasto en su modalidad de bienes intermedios. Una vez agotado el plazo para la regularización, eliminación de todos los paraísos fiscales sin excepción, también persecución del fraude fiscal hasta sus últimas consecuencias más allá de fronteras y legislaciones particulares; a la vez, eliminación de estructuras legales dedicadas a la disminución de los pagos fiscales, tipo SICAVs y similares. Posiblemente lo que se conoce como “secreto bancario” debería ser eliminado, al menos durante el tiempo que dure la salida de la crisis.

- Eliminación del concepto de “economía sumergida” gracias a la persecución contra el fraude y a la amnistía y a la simplificación fiscal. Favorecimiento de la fusión de pequeñas unidades productivas que sean viables.
- Creación de un subsidio de subsistencia generalizado que aglutine diversos conceptos: rentas de inserción, pensiones mínimas, etc., que verdaderamente permita la supervivencia.

- Los mercados de trabajo -el mercado de trabajo- debería ser exhaustivamente vigilado a fin de que se cumpliese la legislación -global- sobre seguridad, higiene, jornada máxima y descanso periódico, así como el cumplimiento del contrato firmado. Los salarios serían decididos en el seno de cada compañía y en su determinación jugarían criterios técnicos de valoración del puesto de trabajo, también el tipo de contrato. Es presumible que la contratación temporal así como la modalidad de contrato a tiempo parcial aumentarán, este tipo de contratos deberán ser muy vigilados a fin de que se cumpla a rajatabla la legislación, pero no frenados ni desincentivados ya que “la ocupación” se formará de la suma de muchos trocitos de ocupaciones personales.
- Favorecimiento de la colaboración entre compañías, tanto públicas como privadas o mixtas en aquellos ámbitos que generen sinergias y ventajas. Desdemonización de los oligopolios, más aún, fomento de los mismos en aquellos casos en los que su existencia incremente la eficiencia. Involucración de las grandes corporaciones en la administración y asignación de recursos.
- Facilitar en todos los aspectos (legales, logísticos, ...) el desarrollo del Tercer Sector. El grupo de técnicos debería involucrarle en la gestión, tanto estratégica como del día a día de la protección social (lo que vaya quedando de ella) a nivel local y nacional y transnacional. Favorecer la colaboración entre las entidades del Tercer Sector, los Estados y las corporaciones de modo que se administre de la forma más eficiente posible los fondos con que se cuenten.

- También decía que esta lista no es exhaustiva, ni cerrada, ni definitiva, ni su redactado actual es el que debería ser. Y, como antes argumentaba, las medidas en ella detalladas no arreglan nada: constituyen, tan sólo, un conjunto de propuestas para atravesar el desierto de la crisis sistémica en la que estamos a punto de entrar a la que se diluyan, a mediados de año las ayudas ya puestas en marcha, y a la que se compruebe que las reformas son inoperantes.
Que las propuestas contenidas en esta lista implican un empobrecimiento generalizado, cierto, pero pienso que por el camino que ahora vamos ese empobrecimiento sería muy superior. Y sí, suenan a “economía de crisis”, pero es que, ¿saben?, en eso estamos: ante una crisis sistémica.

Nos queda España, ya. Decíamos que la solución a los cinco problemas debía ser interna, pero, sinceramente, no veo que las haya en un horizonte temporal abarcable. ¿Recortar el tamaño del Estado?, ¿reducir el gasto público para acompasarlo a la caída de ingresos producida por una menor actividad?, llevar a cabo una refirma laboral con el fin de eliminar costes laborales”. Pienso que es seguir actuando con herramientas de ayer, que es más de lo mismo.

Ya no está de moda competir en costes laborales, sobre todo si quieres ser alguien en el mundo de valor añadido, lo que sucede es, continúo pensando, que en España no hay recambio posible a estos engranajes oxidados que hemos estado utilizando.

Tendremos crisis sistémica, tendremos cambio sistémico, nos darán un nuevo modelo sistémico, pero España continuará en su particular situación: atraso por imposibilidad real de cambio: ya no se gana competitividad decrementando salarios. ¿Se referirían a esto aquellos que hablaban de España como “reserva espiritual de Occidente”?. 
“Brother, can you spare a dime?”.

España: claro. Las propuestas del Gobierno. Vamos a ver, los problemas de la economía española, ¿residen en el 5% del salario de los funcionarios?, ¿en la ridiculez que anualmente crecen las pensiones?, ¿en lo que se le da a una familia por tener un rorro?. Estas medidas reducen gasto público para adecuar ese gasto a la caída de ingresos públicos que ya se está produciendo y que va a más: tanto por la caída de la actividad como por las reducciones que se harán en contribuciones que gravan a las empresas (ya lo verán). El paso siguiente será la reforma laboral: reducciones en los costes laborales.

Esos recortes de gasto empobrecerán a la población, y esas reducciones de costes laborales mejorarán el margen de las empresas que sobrevivan, pero, pienso, no, repito, NO contribuirán ni un milímetro a solucionar EL problema de la economía española: su modelo productivo superado, su raquítica productividad, su generación de bajo valor añadido; y ni siquiera medio milímetro en solucionar otro problema de alcance aún no calibrado: el excedente de población activa que ha dejado de ser necesaria y que se materializa en un desempleo creciente y en un subempleo rampante.

Con esas propuestas pienso que el Gobierno está diciendo a la ciudadanía: “Chicas, chicos, hay que gastar menos porque no tenemos pasta”, nada más, NADA MÁS. Y ahora viene lo peor: no dice otra cosa porque no quiera, sino porque no puede, porque no pueden, ni este Gobierno ni cualquier otro que pudiéramos imaginar.

“Brother, can you spare a dime?”.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.