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Cambio de tercio Ѣ€“  y 2

Santiago Niño Becerra - Jueves, 26 de Marzo La forma de actuar que han tenido esas altas directivas, esos altos directivos, fue posible porque les animaron a que actuasen así ya que era necesario que así se actuase a fin de conseguir lo que se buscaba: ir-a-más: siempre, en todo y en todas partes; esa forma de actuar, evidentemente, suponía, implicaba: 1) malgastar recursos a mansalva (daba lo mismo, el objetivo era crecer), y 2) estrujar hasta la raíz aquello que se utilizase. Por descontado 1) y 2) se aplicaban a las personas. Bien, esa forma de actuar se acabó.

El cambo sistémico que la crisis va a producir va ser ese: de buscar obsesivamente ir-a-más se pasará a buscar ir-hasta-donde-sea-conveniente-en-cada-momento; y se hará llevando hasta sus últimos extremos la productividad en el uso de unos recursos que ahora se les va a dar el tratamiento de escasos, a las personas, también, por eso tantas van a convertirse en excedentes: pocas van a ser esenciales: las excepcionales, y serán escasas.

ilustración¿Los altos directivos que arrasaban con lo que hiciese falta para duplicar los beneficios cada año y para triplicar la cotización de las acciones cada trimestre?, pues ya no son necesarios: en el nuevo escenario ya no pintan nada. Pero, ¿por qué no les dicen eso?; no, a lo fácil: se monta una caza de brujas en la que se quema en la plaza pública a unos directivos que hicieron lo que se les dijo y a unas agencias que funcionaron con arreglo al guión que entonces pintaba. ¡Vaya puta mierda!.

Paralelamente, el show del “decrecimiento”, del crecimiento “responsable”. Se pasan 25 años diciéndonos que si a los 35 años no tienes un Modena, una casa en Costa Esmeralda, un ático en Kensington, y un yate en Newport eres un fracasado (a las mujeres aún no se ha aplicado, así, esa receta). Nos bombardean con que la gente tiene que consumir, que regalar -lo que sea- es elegante, que hay que fabricar coches baratos para que hindúes y chinos los consuman. Y ahora empiezan a decir que hay que trabajar menos y vivir mejor, que hay que consumir lo justo, que no hay que estar centrados sólo en la vida profesional. ¡Vaya cambio!, ¿no?.

Lo comentábamos: el cambio sistémico va a poner sobre la mesa un hecho auténticamente nuevo porque no tiene solución: un excedente tremendo de factor trabajo que ya no va a poder irse a América como hizo en el siglo XIX, un excedente que mal subsistirá hasta que el crecimiento demográfico no se haya ajustado a la nueva situación, y para eso aún falta bastante. Un excedente demográfico que simplemente va a poder subsistir -malamente- en un entorno crecientemente eficiente; un excedente que no va a poder consumir porque ni va a tener renta ni crédito para hacerlo porque lo correcto será que consuma (todo el mundo) lo menos posible: cuanto más se consuma de forma ineficiente más recursos escasos se malgastarán.

En ese entorno, tener un Modena, una casa en Costa Esmeralda, un ático en Kensington, un yate en Newport antes de los 35 años ya no es el objetivo, entre otras razones porque a diferencia de estos años pasados en los que “todo el mundo podía tener todo eso y más”, muy pocas personas, tras la crisis, podrán tener todos esos bienes (y a muy poquitas se va a permitir que los tengan), en consecuencia, buscar tener todo eso será malo y desear tenerlo será feo. Ahora al “Esto es lo que hay: te conformas”, le llaman “decrecimiento”: ¡otra puta mierda!. (Y encima no va ser así: muy pocas personas, aquellas que sean excepcionalmente buenas profesionales van a trabajar al día más horas de las que tiene un reloj, y la mayoría: el resto, no va a saber que hacer; que no es lo mismo).

La hipocresía me enciende, me indigna. Realicemos los cambios sistémicos que haya que hacer: los que desencadene la crisis sistémica que se nos viene encima. Pero por favor, dejemos los cambios de tercio para el pretendido arte del toreo, y que no nos engañen ni pretendan tomarnos el pelo. ¡Que ya está bien!.

(Interesante la salida al paso del déficit presupuestario que ha realizado la Comisión Europea: ha retrasado a varios países el año en el que deben volver a situar su déficit por debajo de la marca: el 3,0% del PIB. Dos comentarios. Uno: se han fijado unos años límite porque deben fijarse: no se van a cumplir a no ser que reduzcan el gasto público casi a cero: si estando en precrisis la recaudación por IVA, por ejemplo, en el reino ha caído en dos meses el 16% en tasa anual, imaginen que va a pasar con los ingresos públicos cuando estalle la crisis sistémica que se nos viene encima.

Otro: si las previsiones de imposibilidad de cumplimiento de la norma son tan manifiestamente manifiestas que llevan a prolongar el momento, imaginen la capacidad de arreglo que, en privado, claro, se están concediendo a los variados planes de ayuda que por doquier se han puesto en marcha ante la debacle que se avecina.

En las prórrogas, a destacar el caso de Irlanda: 2013 (y, pienso, se ha dicho tal año por decir algo): no es por nada, de verdad, pero vale la pena repetirlo por si tienen que hacer algún comentario algunos de los que lo decían: ¿dónde está aquella potencia que asignaban al Tigre Celta?).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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