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Cumbre de Oslo

Santiago Niño Becerra - Lunes, 13 de Septiembre .ilustraciónHoy tiene lugar en Oslo una cumbre para abordar ..., ¿qué va a exactamente a abordar la cumbre internacional que va a celebrarse en la capital del Reino de Noruega?. Pienso que será algo muy parecido a cómo administrar una situación, la que viene, en la que la ocupación del factor trabajo se va a derrumbar, es decir, una situación en la que el desempleo va a situarse en niveles en teoría inaguantables. No se va a decir eso, claro, sino que "se está trabajando para hallar una salida a una muy lenta recuperación en el empleo", se va decir eso, pero, sigo pensando, que todas aquellas personas que se van a reunir en Oslo saben que eso que proclaman es imposible

La idea que se está transmitiendo a la población, el mensaje que se está dando a las ciudadanías es a tres niveles. En el primero se machaca la imagen de que la economía planetaria ha dejado de caer y de que las economías más desarrolladas ya se han estabilizado, unas más que otras, sí, pero todas se hallan en orden. En el segundo se lanza repetidamente la consigna de que no obstante lo dicho en el primer nivel, la vuelta a los niveles de ocupación de “antes del comienzo de la crisis”, aunque totalmente conseguible, será lenta, muy lenta debido a que hay que purgar excesos. En el tercero se da el mensaje optimista: las economías de Brasil, China, India, están maravillosamente bien y eso va a ayudar al planeta en la salida de la situación en que se halla.

Hoy se está suponiendo / quiere suponerse que los diversos planes E puestos en marcha en el mundo mundial han servido para detener la caída de la economía y que sus efectos han construido un suelo sobre el que construir la recuperación a fin de ... volver a lo de antes, ese es el mensaje: “volver a las tasas de crecimiento de antes de la crisis”, “volver a los niveles de ocupación de antes de que comenzase la recesión”, es verdad que ya se está diciendo que esta recuperación no está siendo como otras del pasado: ni igual de rápida ni igual de intensa, y se piensa en la del 91 y en la del 2003, pero se achaca a que hay que limpiar cosas que se han degradado: excesiva deuda, déficits elevados, capacidades productivas sobre dimensionadas, limpieza que lleva tiempo, de ahí lo lento de la recuperación -de ahí el tiempo que se va a tardar en volver a lo de antes- y de ahí la lentitud para reducir el desempleo existente. Es decir, el desastre ha sido evitado, el milagro es posible (de cara a la gente: “aún es posible”) y hacia adelante vamos por la senda de la recuperación.

Bien. Eso, pienso, podría ser cierto si estuviésemos refiriéndonos a una recesión convencional, pero esto en lo que estamos metidos no es una recesión como la del 87 o la del 91, sino una crisis sistémica como la del 29. Es decir, no es que se trate de una recesión muy bestia, muy dura, salvajemente brutal, es que se trata de otra cosa. Los planes E tan sólo han servido para amortiguar la caída, para detenerla durante unos meses, esos fondos inyectados en la economía han actuado como el tarugo de gasas que una mano aprieta contra una herida abierta: detiene la hemorragia, pero tan sólo temporalmente: si no se suturan los vasos sanguíneos rotos, a la que se retiren las gasas o a la que estas se empapen, la sangre volverá a brotar.

Y volver a lo de antes es imposible porque las condiciones que posibilitaron aquello jamás volverán a repetirse: nunca volverán a ser posible un nivel de consumo de todo por parte de todos como el habido entre el 2003 y el 2007, nunca, ¿por qué?, pues porque se basaba en la ineficiencia: en el desperdicio de recursos (en el fondo, ¿qué es sino un recurso la capacidad de endeudamiento?), y algo así es físicamente insostenible. En consecuencia, si imposible es volver a “aquello”, imposible es volver al nivel de ocupación del factor trabajo entonces existente, y que fue necesario, evidentemente.

Por un lado la necesidad de una mayor eficiencia llevará a un mayor uso de la tecnología que ahorrará recursos, entre ellos factor trabajo, pero, además, lo que posibilitó alcanzar aquellos niveles de ocupación: el consumo a deuda, el desperdicio de recursos, jamás volverá, luego entiendo que lo que sucederá es justo lo contrario a lo que se dice: nos dirigimos a niveles de desempleo -estructural- elevadísimos (cada vez se necesitará menos factor trabajo), y a tasas de subempleo tremendamente altas (el factor trabajo que se necesite será para hacer algo durante unos momentos determinados, en unos lugares concretos y de unas formas específicas).

Es decir, salir verdaderamente de donde estamos pienso que no se logrará a través de inyectar más fondos en el sistema, ni de recortar gasto público, sino de ir por otro lado: por el lado de la eficiencia. De la Gran Depresión no se salió haciendo menos intervencionistas a los Estados de lo que ya eran en los años 20, ni atornillando más los salarios de los trabajadores como se hacía antes del crash, se salió yendo por otro lado: por un lado completamente diferente: nuevo.

Lo que está muy bien, pero sucede que fue en aquel cambio de modelo que trajo la crisis sistémica de los 30 cuando se diseñaron las formas de hacer cuya evolución ha llevado a esta crisis sistémica en la que ahora nos hallamos, y entonces “todo estaba por hacer y todo era posible”, por lo que infinitos eran los recursos que utilizarse podían e infinito era el consumo que quedaba por hacer, supuestos que ahora sabemos no-ciertos. En otras palabras: vamos-a-menos porque es imposible ir a más: porque es imposible que todo el planeta continúe yendo-a-más. Lo que, insisto, en ciertos órdenes puede estar muy bien: la contaminación descenderá, por ejemplo, mucho, pero tiene consecuencias para las que no hay cura: el desempleo del factor trabajo: menos personas van a ser necesarias para hacer menos tareas necesarias.

Pero pienso que aún no toca decir eso.

(Noruega: y la comparan con España. Pienso que existen más similitudes entre las economías de Marruecos y España que entre la noruega y la española. En fin).

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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