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Encuestas y Pensiones

Santiago Niño Becerra - Viernes, 30 de Abril Las encuestas se realizan para saber,ilustración para conocer una realidad o un aspecto de la misma; quien o quienes las encargan quieren saber, necesitan conocer, y están dispuestos a pagar: las encuestas, las que están bien hechas, son caras, muy caras.

Puede que la ciudadanía no entienda, pero intuye. El País del 07.03.2010, en sus Págs. 20 y 21 publicó una encuesta realizada entre los días 3 y 4 del pasado mes de Febrero. Muy interesantes sus resultados, sobre todo algunos.

No considerando a quienes “no sabían / no contestaron”, y haciendo una extrapolación prestidigitadora, el 77% de la ciudadanía española piensa que para que “la crisis económica mundial finalice” aún falta tiempo, porcentaje que se eleva hasta el 88% si el ámbito geográfico de referencia de la pregunta se limita a España.

Mi resumen: la ciudadanía del reino no se cree lo que dicen los políticos del Gobierno ni lo que no dicen los de la oposición: el 81% de esa ciudadanía cree que ni el presidente del Gobierno ni el líder del principal partido de la oposición tienen un plan y que van improvisando a salto de mata.

La parte mala: en España, más de seis ciudadanas/os de cada diez creen que congelar el salario de los funcionarios sería beneficioso para superar la crisis. ¿Se informó a la muestra de que España tiene una de las tasas más bajas de empleo en la Función Pública de toda Europa?. Es una presa fácil, pero pienso que es una mala cosa demonizar a los funcionarios: la inmensa mayoría de sus miembros funciona; y conste que yo no lo soy).

Evidentemente, encuestas parecidas se han realizado en otros países con resultados muy parecidos.

Yendo más allá de los meros datos podría sorprender la reacción de esas personas. Hace unos años la mayoría de esas mismas personas decían que “todo iba bien” porque se hacían eco de lo bien que el mundo iba, aunque no fueran capaces o no quisieran ver los motivos de tal bien ir. Les daban crédito barato y les concedían amplia capacidad de endeudamiento, y consumían, mucho, mucho. Fue una felicidad sustentada en una imposibilidad: la de que las cosas pueden durar eternamente.

Cuando la música dejó de sonar los Gobiernos intentaron que la orquesta siguiera tocando a base de estímulos, pero ya nada ha sido lo mismo y esos estímulos, además de limitados, se han demostrado insostenibles para seguir manteniendo un modo de funcionar agotado. Las perspectivas de la población han ido cambiando a medida que la degradación se iba modificando y disminuyendo la esperanza en el milagro; las encuestas, claro está, han ido empeorando.

Ahora hay que deshacer los excesos y las deudas, ¿cómo?, haciendo que paguen más quienes puedan continuar pagando y recortando prestaciones del Estado. Aquellos Gobiernos que tan bien hicieron las cosas ahora pasarán a ser denostados en foros y encuestas a medida que vayan haciendo cosas para deshacer los efectos de esas deudas y excesos; lo peor: no van servir de nada porque nada sirve cuando la actividad se detiene; y las encuestas lo reflejarán; aunque será mañana.

En otro orden de cosas -¿si?- un lector me remitió hace unos días el siguiente mail:

“En relación al tema del futuro del sistema de pensiones, ¿que opinión le merece la propuesta (...) de substituir el actual sistema basado en un gravamen pagado por el trabajador a uno basado en un impuesto sobre el VAB aplicado a las empresas? ¿En que medida cree usted que la implantación de un sistema de estas características, sea mixto o basado en otra ponderación de la actividad, afectará al actual sistema de Estado?”.

Mi respuesta fue la siguiente:

“Todos los procesos de reforma del modelo de pensiones parten del principio de que, básicamente, el modelo continuará actuando como el actual: actividad hasta una edad y luego interrupción de la misma, pienso que eso va a dejar de ser así.

La jubilación, pienso, será algo “a la carta”, por etapas, y con la pensión convertida en una especie de subsidio mínimo a complementar por cada persona como pueda. El actual modelo de pensiones es parte de un entramado que buscaba el igualitarismo a través de la redistribución fiscal en un escenario cuyo funcionamiento se sustentaba en que muchos participantes interviniesen en él, cuantos más mejor: la clase media; y vamos hacia otro en el que muy pocas personas van a ser verdaderamente muy necesarias, y en el que no se buscará el igualitarismo sino, por interés colectivo, la igualdad de oportunidades. En un escenario como ese un sistema de pensiones como el actual pienso que es imposible porque pierde todo su sentido”.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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