La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

HAY QUE ASUMIR QUE SOMOS MÁS POBRES, QUE LOS ACTIVOS ESTABAN INFLADOS ¿NOS AYUDA EL G20 EN LA TAREA?

Moisés Romero - Viernes, 03 de Abril ilustración"Cuando uno observa la tremenda borrachera alcista de los mercados, cuando uno lee que bancos anglosajones de primer orden dicen que la economía USA ha tocado fondo, cuando uno escucha en diferentes foros que la Crisis nunca existió...se me abren las carnes ¿Acaso nadie va a reconocer ahora que todos somos más pobres desde hace casi tres años, que los activos, sin distinciones estaban (y siguen) muy inflados y que Japón, con la Gran Década Perdida es un ejemplo claro de lo que se nos puede echar encima? ¿Tanto han enloquecido los mercados desde el 6 de marzo, que no reparan en que la máquina de hacer billetes, la inundación de dólares en el sistema puede hacer que el tren descarrile sin que haya comenzado a rodar? Barra libre ¿Todos somos más ricos desde ayer, hoy mismo, tras el toque de trompetas del G20? ¿Pero el G20 no deberíamos ayudarnos en la tarea de reflexionar en los excesos del pasado para aprovechar mejor el futuro?", me contaba ayer el analista jefe de un banco nacional, que se confesó aterrado ante tanto dispendio de gobiernos y mercados.

Respecto a la Madre de Todas las Cumbres me quedo con la Regulación Global, con especial atención a los hedge fund y Agencias de Rating; ajustes de las normas de contabilidad de la banca y, ante todo, dinero, más dinero: 1 billón de dólares que se suma a los 5 billones de dólares si incluimos las medidas aplicadas hasta el momento a nivel nacional. La mitad de este dinero será para aumentar la capacidad de financiación del FMI, que ya está en los 750.000 millones dólares.

No obstante, el reto ha sido y lo será, al menos durante un par de año más, cambiar la valoración de los activos, de todos los activos a precios de mercado. Para ello, es necesario que bancos e instituciones financieras sigan sacando los muertos del armario, expresión que para algunos recatados no es muy acertada, pero que es lo que exige la transparencia necesaria. Los expertos dicen que la continua depreciación de activos en el mercado ha supuesto un importante estrés de la banca y la persistente y continuada necesidad de capital. Para muchas entidades la decisión era clara: “vendamos el armario”.

Para ello se necesita cambiar la regulación, lo que ofrecería un respiro a los balances. Y algunos Gobiernos como Estados Unidos la han camviado, porque estas medidas le dan más margen de maniobra. Pero ¿Es la solución? Hay coincidencia en que sirve para dar más tiempo, estabilizar el sistema financiero. La clave, no obstante, están en hacer bien los deberes y en vitar que en el futuro se repitan estas escenas. Para ello, cura de humildad. Hay que asumir que somos más pobres, que todos los activos estaban excepcionalmente inflados. Japón, ya saben, nunca lo reconoció. Así le luce el pelo. la Madre de Todas las Cumbres no ha ido, precisamente, en esta dirección.

Por ello, aconsejo leer (o volver a leer) el gran libro “La Burbuja y la Crisis Económica de Japón”, D. Antonio Torrero. Editorial Témpora. Nтº de páginas: 210, porque hay tintes de hoy idénticos a los de entonces. Mi amigo José Luis Campos Echeverríт­a (Miembro del Consejo editorial de la revista “Análisis Financiero”) hizo hace tiempo un resumen encomiable. Dice que Antonio Torrero analiza lo que es probablemente la mayor burbuja de la historia, la japonesa, que fue a la vez mobiliaria e inmobiliaria. Examina la génesis de la formación de dicha burbuja y las consecuencias del estallido de la misma desde la perspectiva del crecimiento japonés para el periodo 1950-2000; treinta años de gran crecimiento en tasas fuertemente decrecientes en cada década y una década final larga de estancamiento.

Un estudio centrado en el componente financiero de este proceso, en el que la banca ha jugado un papel esencial, con las referencias especificas del entramado institucional japonés (primacíт­a de lo laboral en el gobierno de las empresas frente a los accionistas y los beneficios, dependencia de un Banco Principal que es a la vez prestamista y accionista frente a los mercados, fuertes interrelaciones empresariales de propiedad, los llamados Keiretsu, y el alto intervencionismo de los burócratas en las empresas con altos intereses en las mismas). Dichos rasgos especíт­ficos considerados como motores de una larga prosperidad, se convirtieron en el gran inconveniente para gestionar la crisis, ya que la misma implicaba unas actitudes totalmente contrarias a los principios y actitudes japonesas. Claridad informativa, capacidad rápida de decisión, ajuste laboral, voluntad políт­tica y apoyo de la opinión publica en el salvamento de bancos, coordinación entre y políт­ticos técnicos y entre estos últimos entre si., Parlamento, Ministerio de Economíт­a y Banco Central de Japón.

Los estudiosos dicen que un aspecto clave en el libro lo constituye el inicio de la liberalización financiera en 1973, con la crisis del petróleo, y la apertura de un mercado de Deuda Publica que se extendió a todo el mercado de renta fija al que acudieron las grandes empresas tradicionales clientes de la banca, forzando a la misma a asumir fuertes posiciones especulativas con empresas domesticas, principalmente inmobiliarias y de la construcción, lo que fue determinante en la creación de la burbuja inmobiliaria. Ejemplo de cómo una liberalización parcial (sin tocar por ejemplo el mercado laboral) llevó a la banca a asumir fuertes posiciones de riesgo, claves en el proceso de formación de la burbuja.

Por otro lado las fuerzas corporativas, en búsqueda de la cohesión social en una sociedad cada vez mas dividida por las espectaculares alzas de viviendas y acciones, forzaban la propia naturaleza inestable de la Bolsa, intensificando las participaciones cruzadas y la imposición por los bancos a las empresas cotizadas, de supuestas políт­ticas estabilizadoras (asíт­ en una cierta etapa, los altos pagos de dividendos y emisiones de acciones por debajo de la par). La magnitud de las plusvalíт­as mobiliarias e inmobiliarias ocultaron la realidad. Las fortíт­simas plusvalíт­as bursátiles e inmobiliarias, solaparon el largo proceso de descenso de las rentabilidades empresariales que ha durado quince años. Todo ello supuso un mecanismo de refuerzo y mantenimiento de la burbuja japonesa durante un largo periodo.

El sentimiento social derivado de todo lo anterior, lleva a que, cuando comienza la caíт­da simultanea de los precios de las acciones y los inmuebles, nadie en la comunidad japonesa podíт­a prever la magnitud de la misma, con lo que las medidas económicas en todos los terrenos (fiscal, monetario, administrativo etc.) se van mostrando cada vez más insuficientes y reduciendo el margen de maniobra en todos los ordenes, incluido el del crédito políт­tico y la confianza publica en las instituciones, lo que al final desemboca en lo que Antonio Torrero llama “Una crisis de regulación “. “La cual acontece cuando las instituciones existentes precisan de ajustes que ponen en peligro su estabilidad o viabilidad ” Es por tanto una situación líт­mite.

Aquíт­ y ahora se ha dicho que el mercado inmobiliario europeo, en su conjunto, adolece de la misma carga especulativa que en Estados Unidos, aunque existe la percepción de que el tenedor de las hipotecas europeo es más solvente que el estadounidense, lo que conforta a los reguladores y observadores bancarios. Se trata, no obstante, de una verdad a medias ahora que el desempleo azota a las principales economíт­as del mundo. El mercado laboral, pese al incremento de parados en Estados Unidos, es allíт­ más flexible que en Europa. O dicho de otra manera, de muy poco sirve un drástico recorte de tipos de interés si las personas endeudadas pasan a engrosar la lista del paro y no pueden hacer frente a sus deudas.

Hay más, un recorte brutal de tipos de interés, que es lo que han pedido con éxito determinados voceros a instancias de ciertos prohombres, no puede servir para mucho, es decir, no sirve para nada, si el mercado interbancario no se desatasca, si los bancos dejan de mirarse unos a otros y de guardarse los ases en la manga. Una caíт­da a pulso de los tipos de interés en Europa aliviaríт­a los diferenciales y curvas actuales, provocaríт­a, quizá, un desplazamiento hacia bajo de las tensiones del mercado y, de ser asíт­, que no está demostrado que vaya a ser asíт­, mejoraríт­a la evolución del Euribor, que tanto aprieta a los endeudados. Todo pasa, según los expertos, por una mejora en las condiciones de financiación de los bancos entre síт­, que es lo mismo que decir que la situación mejorará cuando la Crisis Financiera desaparezca.

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




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