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Ingresos y gastos (públicos)

Santiago Niño Becerra - Miercoles, 02 de Septiembre El proceso no es que haya sido perverso, ni absurdo, pero sí kafkiano (como lo son muchos procesos). A lo largo de las décadas de 1980, 1990 y 2000 los Gobiernos de todas partes y de todos los colores se dedicaron a bajar los impuestos y a colocar los superávits presupuestarios en la cúspide de su existencia. Recordarán aquel "Bajar impuestos es de izquierdas" del actual Presidente del Gobierno del Reino de España, o aquel otro "Hoy, ser keynesiano consiste en reducir los déficts públicos" de Dominique Strauss-Kahn, cuando era Ministro de Economía, Finanzas e Industria de la República Francesa (hoy, ya saben: máxima autoridad del FMI).

ilustraciónLos Gobiernos se dedicaron a bajar los impuestos por tres motivos. Uno: por tendencia: la reacción pendular a los 50 y 60: tocaba primar a la oferta, y a eso se pusieron. Dos: para ganar votos: todos los partidos menos la llamada izquierda radical francesa pregonaban la bajada de impuestos en sus programas electorales (aunque las justificaciones que daban, en los grupos integrados en la izquierda no-radical, eran difusas). Tres: para que el consumo creciese, y este tercer motivo fue verdaderamente brillante.

Para que la población consuma debe tener pasta .. o sentir que la tiene: creer que la tiene, y para que eso suceda, o crece la renta personal, o se da dinero a la gente. Lo primero estaba complicado: para que las rentas aumentasen los salarios tenían que crecer, lo que sería muy malo para la competitividad de la oferta y para sus beneficios, luego solo quedaba la segunda opción: dar dinero a la gente, y se le dio a través de dos conductos: reduciendo impuestos directos y dando acceso al crédito a todo bicho viviente. La población se encontró con “más pasta en el bolsillo” (ficticia: entre 1997 y el 2007 los salarios reales en España tan sólo crecieron el 0,7%), con lo que se dedicaron a consumir de todo, las personas físicas, pero también las jurídicas incrementando brutalmente su capacidad productiva.

Se pensó que se entraría en un círculo virtuoso: al reducirse los impuestos directos, los ingresos públicos bajarían, de entrada (para paliar eso se reducirían los gastos públicos: las primeras reducciones del parco gasto social USA las realizó Bill Clinton a mediados de los 90), para luego remontar vía imposición indirecta debido al aumento del consumo, ¡y sin subir salarios o, incluso, bajándolos en términos reales!. Si a eso añadimos aumentos continuados en la productividad y bajos tipos de interés, el milagro estaba servido.

Hoy la fotografía muestra un sistema agotado (de ahí la crisis que estamos a punto de comenzar) y con unos ingresos públicos a la baja ... en el momento en que más pasta se necesita debido a la panoplia de subsidios y de ayudas que, en principio, el Estado debe afrontar, pero los ingresos de los Estados estaban diseñados para una situación que ya no se da y, además, su tendencia es decreciente debido a la caída de la actividad, y todo esto está sucediendo en una atmósfera de capacidad decreciente del Estado para asumir deuda. Entonces, ¿qué salida les queda a los Estados?, pues subir impuestos ... en un entorno de actividad a la baja.

Lo que decía al principio: kafkiano. El Estado sube impuestos para aumentar los ingresos públicos a fin de ayudar a reactivar una actividad que es muy baja debido a una situación en la que la capacidad de la gente de pagar impuestos tiende a la baja. Lo dicho: kafkiano.

Y ojo: a nadie echo la culpa de lo sucedido en el pasado: a aquellos políticos que prometían cosas imposibles de cumplir se les votó una y otra vez. Lo que sucede con los impuestos no es más que otra manifestación de que el sistema ha llegado a un punto de agotamiento, eso y nada más que eso, así que por favor, que ahora nadie se invente razonamientos aún más kafkianos de los que usaron en el pasado). Y yo sigo con lo mío: lo que se está gastando, ¿se está gastando bien?.

Y curioso el razonamiento que en el Gobierno se está empezando a barajar: la presión fiscal española es más baja que la europea, lo que es cierto, pero también lo es que la capacidad de generación de PIB en España es mucho más baja que la de varios países europeos. Cuando se cuenta una película se ha de contar toda la película. (Por cierto, ¿qué significará “Hay que seguir haciendo un esfuerzo fiscal generoso”, lo dijo en el Parlamento la Señora Ministra de Economía el pasado Miércoles 26 de Agosto).

Y la verdad verdadera: no la cuenta nadie (el principal partido de la oposición, tampoco): los ingresos públicos tienden a la baja, inexorable e imparablemente. Hablemos de ingresos públicos más que de presión fiscal (la presión fiscal puede permanecer constante aunque la recaudación baje: si el PIB decrece en una proporción semejante). La verdad verdadera, decíamos. Si los ingresos públicos tienden a la baja a medida que se vaya profundizando en la crisis, mucho tendrán que crecer las contribuciones fiscales -¿por qué sólo los impuestos?- para mantener el gasto público, cosa que será imposible debido a que la capacidad fiscal de la población tiene un límite; luego el gasto público tendrá que decrecer: recuerden: veremos socavones en las calles.

Lo que pregona el principal partido de la oposición: reducir impuestos para reactivar el consumo es inviable porque, a) la inmensa mayoría del consumo se realiza a crédito, independientemente de cual sea el nivel de impuestos, y b) la capacidad de endeudamiento de la población se halla agotada. Por lo que respecta a las empresas, medidos como costes, ¿qué porcentaje de la facturación representan los impuestos?. Cuando “España iba bien”, ¿Qué empresas se preocupaban de los impuestos?.

Ingresos y gastos públicos. Impuestos y servicios. Lean el mail que me ha remitido una lectora: “Ayer, acompañando a mi padre a la consulta médica tras su recuperación de una intervención quirúrgica comenté al médico la posibilidad de solicitar visita con la Asistenta Social para ver de acceder a una plaza en Centro de Día, ya que por su edad (81 años) y su salud mental no es recomendable que se quede demasiado tiempo solo en casa. La respuesta fue la siguiente: “ningún problema, prepararé los informes médicos, pero dese prisa y aproveche ahora para solicitar cuanto necesite porque dentro de poco las ayudas se irán retirando”.  Evidentemente le agradecí muchísimo el comentario”.

En fin.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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