La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

LOS ORDENADORES NO TIENEN SENTIMIENTOS. PERO YA ACTÚAN EN BOLSA COMO LOS SERES HUMANOS

Moisés Romero - Martes, 11 de Noviembre ilustracionLa inteligencia artificial es la rama de la informática que desarrolla procesos que imitan a la inteligencia de los seres vivos. La principal aplicación de esta ciencia es la creación de máquinas para la automatización de tareas que requieran un comportamiento inteligente. Por ejemplo, control de sistemas, planificación automática, respuestas a diagnósticos y a consultas de los consumidores, reconocimiento de escritura, reconocimiento del habla y reconocimiento de patrones. Los sistemas de IA (Inteligencia Artificial) actualmente son parte de la rutina en campos como economíт­a, medicina, ingenieríт­a y la Defensa, y se ha usado en gran variedad de aplicaciones de software, juegos de estrategia como ajedrez de computador y otros videojuegos. La Bolsa tiene mucho que decir y que contar en este encuadre, porque desde hace varios años las principales gestoras del mundo y los especuladores avezados compran y venden acciones, según los programas de trader desarrollados por potentes ordenadores. Estoy convencido que el matemático sudafricano, Seymour Papert, considerado pionero en esta ciencia, no teníт­a previsto en sus estudios este nivel de actuación, que mueve el mundo. Los vigorosos y recientes rebotes técnicos que han desarrollado las Bolsas están basados, precisamente, en los programas de trader de los ordenadores.

Desde el crash de octubre de 1987 han sido muchos los estudiosos los que han tratado de poner puertas al campo de la operativa en los mercados con métodos como la IA, que se fundamentan en el fuerte apalancamiento y el uso desmesurado de derivados, entre otras fórmulas matemáticas, al considerar que han sido los principales causantes de los grandes desastres. Uno de los más cercanos se encuentra en la crisis del rublo, cuando Rusia suspendió pagos, que se llevó por delante al emblemático, ya un míт­tico, fondo de alto riesgo LTCM, gestionado por los prohombres de la época, la mayor parte con cargos anteriores en la Reserva Federal de Estados Unidos y en los grandes bancos de inversión.

Los primeros desarrollos en inteligencia artificial comenzaron a mediados de los años 1950 con el trabajo de Alan Turing, que formuló que “existirá Inteligencia Artificial cuando no seamos capaces de distinguir entre un ser humano y un programa de computadora en una conversación a ciegas”. Es decir, la IA en su término exacto aún no se ha conseguido. Muchos de los investigadores sobre IA sostienen que “la inteligencia es un programa capaz de ser ejecutado independientemente de la máquina que lo ejecute, computador o cerebro”, pero lo cierto es los inventores del término IA, allá por 1956, John McCarthy, Marvin Minsky y Claude Shannon en la Conferencia de Dartmouth hicieron previsiones triunfalistas a diez años que jamás se cumplieron, lo que provocó el abandono casi total de las investigaciones durante quince años. En 1980 la historia se repitió con el desafíт­o japonés de la quinta generación de computadoras, que dio lugar al auge de los sistemas expertos pero que no alcanzó muchos de sus objetivos, por lo que este campo sufrió una nueva interrupción en los años noventa.

Si esto es asíт­ ¿por qué los grandes hedge fund y los mayores especuladores del mundo recurren a los programas informáticos de última generación para comprar y vender acciones, commodities, divisas, productos o derivados financieros de cualquier íт­ndole? “Lo peor en el mundo de la intermediación financiera es dejarse llevar por los sentimientos o por las creencias populares. Los ordenadores están al margen de estas cuestiones y, con frecuencia no caen en la precipitación, porque no saben lo que es el pánico, la exuberancia, el efecto manada. No obstante, en los últimos años, unos gestores han copiado a otros los programas, con lo que la IA comienza a estar muy contaminada, de tal modo que, con frecuencia, las máquinas actúan como los humanos, todas siguen las mismas pautas de actuación”, me ha dicho uno de los grandes especuladores españoles, que admite, sin dudar, que el sólo emplea programas matemáticos para actuar en los mercados.

En este cruce de caminos, filósofos y cientíт­ficos debaten sobre el concepto de inteligencia y si es posible que un robot hecho de metales, cables y demás aleaciones pueda llegar a tener conciencia y emociones. El asunto es muy importante en términos puramente bursátiles, porque la Bolsa es un gran mercado en el que confluyen miles de sentimientos y pareceres, generalmente enfrentados. Por eso, unos compran y otros venden, es decir, hacen posible las transacciones. Mientras los sabios debaten el fenómeno, los operadores avezados insisten en que la psicologíт­a ofrece las mejores herramientas para invertir en Bolsa, porque permite investigar la mente humana, casi sentir las emociones y creencias de los actores. Esa es la clave, adivinar la próxima jugada.

La IA aún tiene que madurar mucho. Además, en Bolsa ya se comporta como los humanos.

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




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