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Los porqués de los cómos

Santiago Niño Becerra - Lunes, 25 de Octubre Me preguntaba hace un par de días una señora a la que conozco desde mucho ha. "La crisis, ¿por qué pasa?". Me quedé meditando un instante. Esa señora no es economista, ni experta en mercados financieros, pero su rostro compungido necesitaba una respuesta rápida, concisa, comprensible, directa: "Porque el pueblo se creyó lo que le dijeron: que podía cumplir por siempre sus sueños, y no". ilustración

Piénsenlo, el origen remoto de todo lo que está sucediendo se halla en las deudas hipercrecientes de familias, empresas, Estados, ayuntamientos, entidades financieras, regiones, ...; cada uno a su nivel pensó: “Puedo”, y se puso a consumir (como siempre: la inversión también es un consumo). “Puedo comprar esa vivienda”, dijo un día la familia que dos meses antes dudaba si podría ir aquel año de vacaciones; “Puedo adquirir ese mezclador cuatrifuncional hiperbólico con control de subplasma nanométrico y así exportaré a Pernambuco”, dijo al siguiente la compañía que fabricaba caramelos de menta y que llevaba meses dudando de si llegaría al siguiente; “Puedo construir un pabellón de deportes con pista antigravitatoria”, dijo al otro el ayuntamiento que meses antes casi ni podía pagar la luz.

Fue así porque un buen día alguien exclamó: “Pueblo: todo lo que necesitáis, deseáis, queréis, podéis obtenerlo: soñad y lo conseguiréis”, y ese pueblo que suspiraba por viviendas con jacuzzi, por equipos industriales galácticos, por parabienes de votantes agradecidos, se encontró con que todo eso podía obtenerlo; y durante un tiempo al pueblo se le dio acceso al material con el que ayer estaban hechos los sueños: el crédito, y el pueblo consiguió sus sueños. El problema estriba en que los sueños del pueblo duran poco: tan sólo el tiempo durante el que al pueblo se le permite alcanzarlos: repasen la Historia, ¿durante cuánto tiempo el pueblo ha disfrutado de sus sueños?.

En cada momento la manifestación ha sido distinta, claro: en el siglo XIV fueron las ansias del campesinado de sacudirse la opresión de la nobleza, hoy han sido las ansias de la ciudadanía de tener los bienes deseados. Durante unos años, y debido a unas circunstancias muy concretas, los campesinos impusieron su ley; hoy, durante unos años, el pueblo ha gastado y consumido. Más tarde los campesinos pagaron muy caros aquellos años: 500 años de penalidades sin cambios; el pueblo ya está hoy pagando muy caro aquellos bienes y aquellos servicios que deseó y obtuvo, y aquella capacidad industrial querida y conseguida, y aquellas instalaciones deportivas necesitadas e inauguradas, porque nada de todo aquello el pueblo lo pagó: tan sólo firmó papeles en los que siempre figuraba una palabra en el encabezamiento: “Deuda”, una deuda que siempre era intermediada por entidades financieras que bombeaban ese material con el que se han estado fabricando los sueños.

Y se creció, mucho, muchísimo; más aún: cuanto más se consumiese más se crecía; y cuanto más se consumía más feliz era la ciudadanía; y a más felicidad ciudadana más crecimiento; y más beneficios; y más actividad, pero también más desperdicio, y sobre todo, más deuda. ¿Qué está ahora sucediendo?: pues que el pueblo ya no puede seguir siendo feliz porque no puede seguir consumiendo y, por tanto, el sistema no puede continuar creciendo.

Durante tres años y medio se ha estado intentando salvar los muebles haciendo lo mismo que se había estado haciendo: “Si las cosas iban bien porque se consumía, impleméntense los instrumentos necesarios para continuar igual”. De ahí surgieron los planes E y se creó -de la nada- el 30% de PIB para meter en las bombas que posibilitaban la circulación del material con el que se fabrican los sueños. Pero los planes E no han revertido nada ni el material con el que se fabrican los sueños ha vuelto a circular: en el panel de mando ha aparecido una luz roja parpadeante: “Malfunction”.

Ahora la Comisión Europea propone establecer un mecanismo para que no sea el pueblo quien pague las futuras crisis financieras que se produzcan y sean las propias entidades financieras quienes lo hagan; ¡pero si las entidades financieras no hubieran actuado como actuaron el pueblo no hubiese obtenido sus sueños y el crecimiento no se hubiese producido!.

Con estos recortes presupuestarios que en todas partes se están programando, con estas minusvalías que en el modelo de protección social se están dibujando, con las próximas disminuciones salariales de las que ya se está hablando, lo único que se hará es volver a la situación natural de las cosas: el pueblo está para posibilitar lo que sea procedente en cada momento: en el siglo XIV para que el poder civil se despegase del de la Iglesia, hoy para haber dado la última vuelta de tuerca al crecimiento según un modelo capitalista de crecimiento; el resto del tiempo el pueblo simplemente ha de ocupar su posición en la vida. Tremendo, ¿no?.

Bonitas palabras: “Los bancos deben poder quebrar cualquiera que sea su dimensión, igual que cualquier otra empresa”, son de M. Michel Bernier, Comisario europeo de Mercado Interior y Servicios (El País 21.10.2010, Pág. 31): todos somos iguales, cada uno deberá responder de sus actos; y sí, así será, pero mañana, no hoy. Nadie va a volver a sostener a las entidades financieras cuando se encienda en su panel la luz que indica un funcionamiento incorrecto, ¡seguro!, pero será porque jamás va a volver a producirse una situación como la vivida años pasados; se vivirán otras, pero no la misma. Esta es una crisis sistémica como lo fue la Gran Depresión, pero no es la Gran Depresión, del mismo modo que los “errores” que en esta ocasión han cometido las entidades financieras no son los mismos “errores” que en los años 20 cometieron las entidades financieras de entonces; son parecidos, claro: el Sistema es el mismo, pero los errores no son idénticos.

Y el pueblo pagará estos “errores” del mismo modo que pagó los que se cometieron en los años 20, la diferencia es que el pago en los 50 y 60 fue un ir a más que sentó las bases del descalabro presente, por eso el pago ahora ya no puede ser del mismo modo: se agotó el modelo, y el próximo será de ir a menos.
Y por si alguna duda quedaba para la Historia quedan las palabras de Mr. George Osborne, canciller Exchequer en The UK: “Cuando un país pierde el control de sus finanzas públicas la gente que va a sufrir más son los pobres” (El País 22.10.2010, Pág. 6), porque son quienes menos respaldos tienen, porque el Estado hizo cosas, algunas de ellas orientadas a mejorar su estándar de vida, cosas que llevaron al descontrol de sus finanzas públicas. Cuando el Partido Conservado dejó el Gobierno en 1997, la tasa de pobreza infantil en The UK alcanzaba el 32%, ¿a cuánto puede llegar ahora?.
 
Por eso no tiene sentido lo que dice M. Alexis Casiumiri, marino, 35 años de edad, desde una céntrica calle de Marsella: “Deberían explicar por qué encontraron miles de millones para salvar a los bancos, y ahora donde hay que ahorrar es con las pensiones de los trabajadores”. (El País 21.10.2010, Pág. 5). No, no tienen que explicar nada: a las entidades financieras no se les dejó caer -que no equivale a salvar: su salvación tal y como ahora las conocemos, pienso, es imposible- porque en aquel momento se buscaba llegar a mañana y quienes deciden decidieron que otro Lehman, no. Ahora el modelo de protección social está en derribo, y lo están demoliendo, y lo tienen fácil: hay que sanear el déficit ... que se ha ido formado debido a que había que “salvar a los bancos”. En fin.

Ah, me olvidaba, la señora que me formuló la pregunta sí entendió mi razonamiento: cuando reemprendía su marcha exclamó: “Siempre es lo mismo”.
(La legalización de la marihuana: ya saben lo que dije y lo que pienso: puede que mañana lo sea en California, pero lo será pasado en todas partes. Para recaudar, claro, pero no sólo. En 1933 se levantó la Ley Seca para que se pudieran ahogar las penas en alcohol, y se recaudó; ahora se legalizará la marihuana para recaudar y para calmar a quienes la crisis pueda hacer sentir nerviosos. Por cierto, que USA legalice la marihuana significaría, de hecho, volver a cuando ya lo era: la Marihuana Tax Act la ilegalizó en 1937).

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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