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Muchas cosas Ѣ€“ 6

Santiago Niño Becerra - Jueves, 25 de Junio 278 Ѣ€" Entre las propuestas del Manifiesto de los Cien, los análisis del Grupo de los 700, las posturas de los sindicatos, los razonamientos del Gobierno y no-se-que-más, se está dando vueltas a algo que, pienso, visto como se está viendo no tiene solución: reducir la población desempleada y crear empleo; en ninguna parte, pero aquí, menos. Les sonará: lo han leído aquí.

ilustraciónEl modo de hacer las cosas que hasta ahora hemos estado utilizando se ha basado en utilizar mucho factor trabajo, cuanto más, mejor; en unos sitios acompañado de bastantes bienes de capital, en otros, como en el reino, de menos; la diferencia ha sido la productividad: aquí muy baja. Desde hace unos años esa forma de hacer empezó a agrietarse: la capacidad productiva aumentaba y el consumo no era capaz de absorber todo lo que la creciente productividad era capaz de producir, por eso se inventó en hipercrédito. (No me extrañaría que algún empresario, refiriéndose a la población, haya pensado alguna vez en el pasado “Esos hijos de puta no consumen lo suficiente”; si lo hubiese pensado hubiera tenido razón: el tinglado estaba basado en el hiperconsumo).

Bien ya sabemos lo que está sucediendo con el crédito, con el consumo, con la capacidad productiva; pero, ¿y con el empleo?; “Pues que está descendiendo” dice el del fondo; ya, ya, pero hay algo más, algo que aún no se ve, aunque empieza a intuirse.

En pasadas recesiones el paro aumentaba, luego descendían los tipos de interés, los salarios se ajustaban, el consumo público crecía a base de deuda, y unos cuantos trimestres después, el aumento del PIB se iba aproximando al crecimiento potencial, y la demanda de trabajo volvía a crecer. Cierto es que desde 1973 ese proceso cada vez se fue haciendo más rígido, pero bueno, donde no llegaban los salarios llegaba el crédito. Hasta hoy.

El crecimiento económico que hemos tenido en estos últimos años, el aumento del PIB, es decir, la mayor producción generada, el mayor valor hecho, ha estado “COMPRADO”, pero no ha sido PAGADO; por lo que la compra real, en si, no se ha producido, y en muchos de los casos en que si se ha realizado se ha hecho a base de apuntes informáticos, de dinero virtual, de bits que iban moviéndose de un lado a otro aunque no fuesen a ninguna parte (la caricatura del ruso con el billete de cien euros). Ese proceso, que ha sucedido con lavadoras, relojes, preservativos y lechugas, también ha sido aplicado al factor trabajo que vendían las personas. Y si la capacidad productiva cae porque el proceso se enlentece o detiene, sobra factor trabajo y sobran personas; y, si además se busca un aumento de la productividad a través del uso intensivo de capital, el resultado es un excedente creciente de factor trabajo y de personas.

Esto se está poniendo de manifiesto ya, en la precrisis y se mostrará en toda su dimensión durante la crisis, pero luego, cuando comience la recuperación, no se revertirá la tendencia, es decir, no volveremos a tasas de ocupación como las del 2005 o las del 2006 (ya no digamos a las de los 60), porque la evolución económica ya habrá subido un peldaño y habrá arrancado en un entorno diferente en el que hará falta una cantidad de factor trabajo muy inferior a la que hoy es necesaria. ¿Aumentará menos el PIB?, probablemente, aunque la productividad será enorme. ¿El consumo será menor?, seguro. ¿La tasa de desempleo será muy elevada?, utilizando los parámetros actuales de medida, sin duda.

Es decir, esa tasa de desempleo que ahora estamos viendo crecer, no es resultado de un bache por el que la economía está pasando, ni es consecuencia de un problema puntual, sino la manifestación adelantada de lo que va a venir, primero con la crisis, luego con el nuevo modo de hacer las cosas. En otras palabras, no se trata de algo temporal, sino de algo muy permanente. Y eso ya se está intuyendo.

De ahí las propuestas del Manifiesto de los Cien, los análisis del Grupo de los 700, las posturas de los Sindicatos, los razonamientos del Gobierno, pero, pienso, van mal encaminadas, son voluntaristas, pero nada más, porque lo que pretenden, cada una a su modo, es recrear una situación en la que el factor trabajo vuelva a estar plenamente ocupado, o casi, y esa situación es irrepetible: fue porque era necesaria para crecer, pero ya no lo es. A esto añadan escasez de commodities y ya tenemos completa la ecuación.

Muchos expertos, grandes y pequeños managers, los Gobiernos, los Sindicatos, lo intuyen, de ahí las propuestas y los análisis, y los razonamientos, pero, continúo pensando, de nada van a servir para lo que dicen buscar: volver a una situación de pleno empleo del factor trabajo, o casi; de nada van a servir porque ese decorado era para la escena anterior, y ahora ya estamos en la siguiente.

Se hará mal, sigo pensando, el proceso de tránsito: se abaratará el despido, se abaratarán los salarios, se facilitará la contratación, se crearán figuras laborales inverosímiles; siempre esperando que la recuperación llegue, que las empresas demanden factor trabajo, que la situación cambie (y no se harán novenas porque eso ya no está de moda), y los Estados se entramparán hasta las pestañas; todo inútil. Y ya se siente, aunque aún no se sepa.

¿Solución?, no la hay con el manual que hemos estado utilizando en los últimos 60 años. Pienso que quienes mandan -quienes quiera que sean, tanto da- deberían ir preparando al sistema para una parada programada, como en las fábricas cuando se hacían grandes mantenimientos (ahora, no se yo si se hacen o tan sólo se abordan pequeños apaños), una parada, un enlentecimiento planeado. Sería, pienso, menos traumático, sería más útil, sería más efectivo; y la gente -la población, el pueblo-, estoy seguro, sufriría bastante menos.

(¿Las últimas previsiones de la OCDE?; obvias, lógicas: a peor: todas las que vayan publicándose irán siendo a peor, todas; y cada vez se irán aproximando más a las que Uds. leyeron aquí. Yo continúo con las mías: hasta el -5,1% caerá, pienso, el PIB en este año; hasta el -6,2% en el 2010; hasta el -8,0% en el 2011. A medida que vayan pasando las semanas, los meses, todo se irá desmoronando; aún no lo dicen, claro: aún no toca. En fin). 

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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