La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Nuevas pinceladas Ѣ€“ 5

Santiago Niño Becerra - Martes, 17 de Marzo 135 Ѣ€" "Ya se ha comentado hasta la saciedad", dirán: nada en comparación con lo que va a venir: lo que hasta ahora han metido los Estados en las entidades financieras con problemas, a través del modo que haya sido, será calderilla en comparación con lo que van a meter en las próximas semanas, y no va a servir absolutamente para nada: las entidades financieras no van a volver a "la normalidad": a conceder todos los créditos que concedían porque, aunque parezca un contrasentido, esos créditos ya no son necesarios, al menos, no lo son para lo que lo eran; ahora lo son para sobrevivir, y eso no es tarea de las entidades financieras.

Decía que no va a servir para nada: cuando todo se vaya deteniendo, las entidades financieras se detendrán también, aunque no caerán: la intervención de los Estados amortiguará su caída. Recuerdan las colas antes las oficinas de Northern Rock: la vuelta al 29: eso no volverá a pasar, al menos se tratará de evitar todo lo posible; la quiebra de Lehman: las consecuencias: eso tampoco va a volver a pasar: los pánicos, a no ser que estén controlados, no son convenientes. (No lo puedo demostrar, claro, pero siempre he creído que la quiebra de Lehman fue un experimento: ¿qué sucede si quiebra un banco?; cuando lo vieron, los experimentadores de acojonaron).

Decía que va a volver, ¿qué?, la indignación de la gente cuando los Estados metan pasta pública -dinero de todas/os- a mansalva en las entidades financieras (insisto: la que han metido hasta ahora es calderilla). La indignación: “cuando tenían beneficios a mansalva iban a su bola, ahora que tienen problemas entre todos tenemos que salvarles, y nadie les va a pedir responsabilidades; ahora dicen que hay que vigilar a quien se conceden los créditos, antes se los daban a cualquiera”: eso dirá la gente, y cada vez más alto y más claro. Pues sí, así será, pero es que no podía ser de otra manera.

Las entidades financieras concedieron créditos a mansalva endeudándose ellas también a mansalva. La población, acicatada por una publicidad hiperagresiva y animados por unos políticos que no cesaban de proclamar los bien que iba España (o el mundo), se inyectaron créditos en vena y se endeudaron en máximos y de por vida. Se consumió de todo y de todas partes (aquí, de fuera más que de dentro: pena). Y ..., y .... ¡¡¡el PIB aumentó!!! Cuando nadie daba ni un duro por el PIB tras el desplome del 2001. Y aumentó el empleo, y el subempleo, y el empleo temporal, y el gasto: el gasto mucho, mucho: ¡genial!: generaba PIB.

ilustraciónSi, aquellas entidades financieras que concedieron aquellos créditos a gentes a las que años atrás ni siquiera hubieran dado los buenos días, están jodidas. (La pregunta que aún nadie ha hecho, es: ¿fue únicamente para engrosar el saldo de la PyG la razón por la que las entidades financieras se pusieron a conceder créditos a mansalva sabiendo que muchos de a quienes se los concedían no los iban a poder devolver, o hubo algo más?). Pero debido a sus actuaciones -que ahora se pueden criticar todo lo que se quieran- crecimos a lo bestia cuando en el 2001 todo indicaba que la fiesta ya se había acabado. Lo gordo del caso es que a esas entidades que posibilitaron ese crecimiento ahora sus actos les están pasando factura, pero su mierda es, también, y aunque no nos guste, nuestra mierda: crecimos gracias a ellas.

Y como por definición no pueden hundirse, ahora con pasta de todos se les está fabricando un amortiguador gigantesco a fin de que el impacto de su caída no produzca un tsunami brutal: esa es una de las diferencias entre el crash del 2010 y el del 29. (De todos modos, vaya papel el de los buenos expertos, que los hay: están diseñando un tinglado simplemente para que la ostia sea de baja intensidad, porque la ostia es inevitable).

(Que algún periódico rescate las palabras del Señor Jaime Caruana de hace menos de tres años y le haga una entrevista: es de los pocos que pude decir: “Era el empleo, ¡estúpido!”).

(Bancos que caen, gentes paradas. Recuerda a aquella pieza de Carlos Santana: “Singing Winds, Crying Beasts”. Abraxas, 1970).

136 Ѣ€” Ya está empezando a decirse: “¿Por qué hay que ayudar con dinero de todos a aquellos que se han entrampado hasta las cejas metiéndose en un crédito para comprarse un pisazo y un cochazo que no iban a poder pagar?, que lo hubiesen pensado mejor”. ¿A dónde pude llevar este modo de pensar?: 1) recriminación social: “te equivocaste tú, no me cargues tus muertos: siempre pagamos los mismos”, 2) responsabilidad individual: intuitivamente se veía por donde iban a ir las cosas -“no iban a poder pagar”-, pero la gente se metió en ello: que apechuguen con las consecuencias. Será interesante ver por dónde va todo esto.

135 bis Ѣ€” No comparto la definición que de “deflación” utiliza el Señor David Vegara, Secretario de Estado de Economía: “caída persistente y generalizada de los precios” (El País 13.03.2008, Pág. 36). Definición correcta en los años 30, pienso que hoy no lo es: una deflación siempre va unida a una depresión (desinflación, estancamiento o retroceso de los precios, son otras cosas), es decir, a hundimiento económico. El crash del 29 puso en marcha una caída brutal y generalizada de los precios, todo fue a peor, pero se partía de una situación que no era gozosa: sólo hay que ver la distribución de la renta, en USA y en otros países, de los años 20.

Hoy estamos en Hollywood (o eso se ha estado creyendo durante años), por lo que el retroceso que se va a producir en el PIB, en el bienestar, en el estado de la economía y de la sociedad -deperesión- vendrá acompañado de una caída de los precios que no hará falta sea brutal para que la situación subsiguiente deba ser calificada de deflación.

Una de las consecuencias de la crisis sistémica en la que estamos entrando será la acuñación de nuevas definiciones o la readaptación de las existentes a las nuevas realidades; “deflación”, pienso, será una de ellas.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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