RESULTADOS MALOS, PERO MEJORES DE LO ESPERADO. UNA LITURGIA EN TIEMPOS DE CRISIS
Moisés Romero - Lunes, 04 de Agosto Los bancos de inversión estadounidenses se han puesto el mundo de la Bolsa por montera y resucitado un término muy viejo, que conduce a error y provoca más estrés de lo deseable en un numerosos actores en los mercados. Se trata del calificativo mejor o peor de lo esperado, que es el eufemismo y la manera de desviar la atención de quienes apenas se han iniciado en estas lides. Mejores o peores de lo esperado para enmascarar la realidad. Las acciones suben y bajan, entre otras cosas, porque los resultados son buenos o malos. Los buenos resultados sostienen las valoraciones en curso, incluso las aupan. Los malos resultados tienen en el efecto contrario. Pero si al gentíÑ‚Âo, a la gran manada bursátil, la azuzamos con otras estratagemas, podremos comprobar que un resultado empresarial malo, pero mejor de lo esperado, tiene efectos balsámicos sobre los precios de las acciones, mientras un resultado bueno, pero peor de lo esperado tiene una contestación bursátil contraria a lo que seríÑ‚Âa lógico. Que nadie, no obstante, se rasgue las vestiduras. El mercado es soberano y al final termina llamando pan al pan y vino, al vino.La máxima representación de esta liturgia, que siempre alcanza niveles de paroxismo en tiempos de crisis, como los actuales, la encontramos en los resultados presentados en los últimos díÑ‚Âas por los grandes bancos de inversión de Estados Unidos. Los resultados han sido malos sin paliativos y otras consideraciones. Los balances apenas sostienen las valoraciones bursátiles en curso, porque, entre otras cosas, ninguna entidad ha despejado de manera níÑ‚Âtida y sin ambages su futuro. es más, los estudiosos del sector insisten en que lo peor no ha pasado y que en trimestre sucesivos continuarán saliendo cadáveres de los armarios de bancos y aseguradores.
Mientras esos sucede, o no, las acciones de las cotizaciones de los principales bancos han registrado ganancias propias de auténticos chicharros, con alzas intradíÑ‚Âa que han oscilado entre el 10% y el 30% en los díÑ‚Âas en que han presentado sus cuentas. Yo me pregunto qué es lo que hubieran hecho estas mismas cotizaciones si en lugar de haber presentado las peores cuentas de su historia hubieran mejorado el perfil del balance dotándolo de un músculo vigoroso. Sólo desde el análisis endeble, como muchos de los que proliferan por Wall Street, del manejo del término peor o mejor de lo esperado puede entenderse la acumulación de disparates.
La liturgia, en cualquier caso, continúa y el inversor debe aceptarla como tal, al menos a corto plazo. Por eso, apunto que más del 70% de los resultados conocidos hasta el momento en Wall Street se han ajustado o superado las expectativas, aunque todavíÑ‚Âa es muy pronto para alcanzar conclusiones, porque falta por conocer el grueso de compañíÑ‚Âas. Por el momento, las cosas pintan bien para sectores como el energético, materias primas, un alto porcentaje de industriales, telecomunicaciones y utilities. La peor partes para el sector financiero, las compañíÑ‚Âas de consumo cíÑ‚Âclico, y farmacia. El mercado ha reaccionado con alzas, porque las previsiones iniciales de resultados por las compañíÑ‚Âas de EE UU eran muy negativas.
Pese a este enfoque de Wall Street y de su modo de analizar los balances, la conclusión es obvia: las cosas van peor en EE UU. Las cifras son malas y se esperan que sean peores en los próximos trimestres. El consenso es que los beneficios empresariales crecerán por debajo del promedio histórico (6%-7%) . Por eso, los grandes estrategas consideran que los inversores deben acostumbrarse a dientes de sierra pronunciados, porque el escenario actual sigue presionado por la subida de los precios del petróleo, la mayor debilidad económica y la amenaza inflacionista. Recalcan que los mercados se mueven con poco dinero del inversor final y que éste sigue siendo clave para que este año mejore el resultado actual acumulado.
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Moisés Romero
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